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A un mes de las elecciones presidenciales, y como es evidente, comienzan a aflorar en los colombianos los sentimientos más fervorosos y entrañables acerca de su candidato predilecto, que según ellos, tiene la mejor visión para Colombia, y pareciera que en la mayoría de dichas apreciaciones solamente existiera una especie de “checklist” acerca de la manera en la que cada candidato cumple el interés personal de los electores, dejando de lado cuestiones fundamentales, que atañen no solo al particular, sino a toda la sociedad en su conjunto, incluyendo al sector productivo, y desembocando en el ingreso y el consumo de las personas naturales, que corresponden a los hechos que generan su obligación de tributar.
Es por esto que, en materia fiscal, los aspirantes a la Casa de Nariño tienen todo un andamiaje de propuestas que deben ser analizadas por todo aquel que esté gravado con algún tipo de carga tributaria, en la medida en que quieran conocer el rumbo que tendrá Colombia en el próximo cuatrienio en dicho aspecto. Valga mencionar que una de las preocupaciones latentes en todos los candidatos, es la evidente evasión tributaria en la que incurren aquellos que no adoptan como suyo el deber constitucional de contribuir, lo que afecta de manera grave la sostenibilidad fiscal del país, crisis que según Fitch, en apreciaciones dadas a la revista Dinero, debe tener un margen de espera, hasta que pasen las elecciones.
Lo que sí es claro es que los candidatos, dentro de sus planes de gobierno, esbozan de manera general lo que aspiran para la nación en materia fiscal, pues proponen rebajar la tarifa actual del IVA de 19%, así como reconsiderar el tratamiento tributario de los dividendos percibidos por los socios de las compañías, impulsar el cumplimiento de la normatividad sobre regla fiscal e incluso hay algunos más osados, que plantean la eliminación del régimen de renta presuntiva. Estas propuestas parecen asegurar todo un escenario de armonía entre el sujeto pasivo de los impuestos, y su papel fundamental en el engrosamiento del erario público.
En últimas, quien resulte electo en el próximo sufragio, deberá poner en marcha toda una estrategia tributaria que reconsidere los elementos esenciales que componen el impuesto, que priorice las verdaderas necesidades en materia hacendística y fiscal, que deje de lado el gravamen innecesario a cuestiones que podrían ser abordadas a través de otros frentes de gobierno, que incentive la inversión nacional y extranjera, que potencialice la política bancaria y bursátil, que evite una igualdad aritmética impensable, buscando tratar como igual al que no es igual, y que exponga las verdaderas bondades del ingreso y el consumo para los particulares, que ya bastante afectados se están viendo por la realización de sus actividades ordinarias. Ya veremos cuál será el acertado - o desacertado - Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Nacional, y cuál la reforma tributaria, para el período 2018-2022.