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El pasado 30 de abril el Dane publicó los últimos datos del mercado laboral en Colombia. En su presentación se observa que en el país a marzo de 2024 se evidenció una tasa de desocupación de 13,4%, dato que preocupa sobre manera, si se contrasta con el 10% observado para marzo de 2023. De forma simple, esto significa cerca de 339.000 personas que llegan a sumar a los mas de 2,8 millones de desempleados en Colombia y cerca de 149 mil empleos que existían hace un año hoy ya no lo están.
Cuando se entra a revisar lo que pudo explicar este resultado, se encuentra que a nivel geográfico lo que el Dane denota como otras cabeceras diferentes a las 23 ciudades principales y sus áreas metropolitanas enfrentan un enorme reto: el dato de tasa de desocupación para marzo de 2024 correspondió a 14,1%, frente a 10,5% en marzo de 2024. Por su parte en el grupo de las diez ciudades de referencia luego de considerar las 13 principales ciudades, señala el Dane que tres de ellas explican principalmente este pésimo resultado para nuestra economía: Quibdó, Riohacha y Florencia con tasas de desocupación de 29,7%, 21,8% y 17,4% respectivamente.
El asunto no termina allí. Las brechas por género en materia de empleo siguen mostrando una enorme disparidad: mientras que la tasa de desocupación para las mujeres en marzo de 2024 fue de 14,4%, para los hombres 8,9% una brecha de 5,5 puntos porcentuales.
En lo que se refiere a las actividades económicas que más explican este resultado, llama la atención que a marzo de 2024 hayamos tenido 207 mil personas menos ocupadas en el sector de agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca; 99 mil personas menos en alojamiento y servicios de comida, 77 mil personas menos en la administración pública y defensa, educación y atención en salud humana, 73 mil personas menos en actividades de construcción, 55 mil personas menos en el sector de información y comunicaciones, 26 mil menos en industrias manufactureras y 18 mil menos en actividades artísticas, entretenimiento, recreación y otras actividades de servicios. Esto significa casi medio millón de empleos destruidos en estos sectores, compensados parcialmente con otros sectores, pero al fin y al cabo un dato preocupante.
Los datos son consistentes con el resultado de la actividad económica de 2023. Nuestro exiguo y casi nulo crecimiento económico observado para esa vigencia y explicado principalmente por sectores que hoy presentan los más angustiantes resultados en materia de empleo, muestran que existe un enorme reto en la materia si de lo que se trata es de recuperar la economía.
Precisamente durante las marchas conmemorativas al día del trabajo, que de forma un tanto injusta se las ha atribuido el propio gobierno como movilización de respaldo a su gestión, el presidente de la República ha hecho algunos anuncios que no solo sorprenden, sino preocupan por su impacto económico y por el efecto que en materia del mercado laboral se puede suscitar.
La ruptura de las relaciones con Israel, es cerrar de plano un destino importante de nuestras exportaciones y perder un mercado que en promedio le ha representado cerca del billón de dólares de ingresos para nuestra nación cada año durante la última década. El anuncio de inversiones forzosas al sector financiero, genera incertidumbre y tensión en un sector central para nuestra economía nacional y del que esperamos su dinamismo y estabilidad en franca competencia, lo que sumado a las pancartas de importantes funcionarios del Departamento Nacional de Planeación sugiriendo la necesidad de redistribuir recursos, no precisamente apuntan a generar confianza inversionista a partir de certidumbre jurídica.
Necesitamos con urgencia que el Gobierno Nacional, así como el sector privado y la academia diseñen un plan de reactivación de la economía que estimule incrementos en productividad y competitividad, capaz de generar nuevas oportunidades laborales y que, se enmarque en la libertad de empresa, la iniciativa privada y la libre competencia. Solo así será posible llevar a un mejor puerto a nuestro sistema económico.