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El pasado 15 de enero de este año, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público presentó dentro de sus notas macroeconómicas un documento titulado Seller’s inflation en Colombia. Una aproximación en la cual ocho autores del citado Ministerio proponen un documento técnico en el que se realiza un ejercicio, muy interesante por cierto, desde el punto de vista analítico con propósitos académicos: entender desde el punto de vista de la oferta y a través del deflactor del PIB, como proxy del nivel de inflación del país, cuál de tres componentes podría estar influenciando más fuertemente los datos observados de dicho deflactor durante los últimos años en Colombia: las utilidades de las empresas, los costos laborales o la carga impositiva.
Del documento técnico de MinHacienda se produce a su vez un comunicado de prensa en el que concluye que las utilidades de las firmas han tenido un rol determinante en el aumento de la inflación en Colombia y dentro de las alternativas de solución se sugiere considerar impuestos a las ganancias extraordinarias en algunos sectores y el fomento de la competencia para, de esta manera, reducir el poder de mercado.
Para avanzar en este ejercicio, los autores se inspiran principalmente en un documento de trabajo presentado en 2023, titulado Seller’s inflation, profits and conflict: Why can large firms hike prices in an emergency? de las profesoras Isabella Weber y Evan Wasner de la Universidad de Massachusetts Amherst y utilizan también como referencia algunos resultados y hechos estilizados presentados en el Economic Outlook del mismo año de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, Ocde. De esta forma, exploran una posible metodología a implementar para el caso colombiano.
Luego de reconocer que la inflación en Colombia no ha sido un fenómeno netamente de oferta, el estudio advierte que, lo observado en materia de la dinámica del nivel de precios de la economía, es el resultado de choques de demanda. Así como consecuencia de las dinámicas de inflación recientes, los choques externos explicados por los problemas propios de a las redes logísticas y de suministros durante la pandemia, el precio de los alimentos importados, la escasez de insumos claves para la producción de diferentes cadenas de valor, factores climáticos, sumado a la depreciación del peso colombiano durante 2022 son varios factores que han generado presión inflacionaria.
No obstante, el documento de MinHacienda con loables propósitos académicos como ya lo indiqué, realiza una simulación siguiendo un modelo de equilibrio general dinámico estocástico de corte neokeynesiano, en la búsqueda de una explicación de cómo las utilidades de las empresas estarían incidiendo en la variación del deflactor del PIB como mejor predictor de la dinámica de inflación.
Para el efecto, el modelo empleado de equilibrio general considera, según el estudio, “dos tipos de hogares […] ii) firma productora de bienes domésticos, (iii) firma productora de capital iv) firma importadora v) un gobierno que sigue una regla fiscal sobre el balance primario y vi) un banco que sigue la regla de Taylor”.
Los resultados obtenidos mostrarían que, para el período reciente, los años 2021 y 2022 las utilidades de las empresas, por encima de los costos laborales y la carga impositiva estarían explicando la inflación, mientras que para 2020 y 2023, las utilidades serían un ancla que limitó la presión inflacionaria, así como que los costos laborales serían los principales motores de la dinámica de inflación que durante 2023 el modelo alcanzaría a considerar.
Quise ahondar en el reconocimiento del modelo empleado, sin llegar a encontrar en el documento técnico acápite alguno que permitiera reconocer detalles adicionales de la simulación. A cambio, lo que los autores presentan de manera clara y concisa es una explícita descripción de los escenarios ideados para la simulación que soportó la conclusión del ministerio: choques exógenos que simulan poderes de mercado transversales dentro del sistema económico de 0%, 10% y 20%. De esta manera, el documento concluye que un mayor poder de mercado amplifica la presión inflacionaria, dado un mismo nivel de costos.
Extraña cuando menos para este lector desprevenido, que en el documento presentado no se haya realizado consideración microeconómica alguna, así como referencia de en la que al menos se haya intentado cuantificar el poder de mercado real de las empresas dentro del documento. Al fin y al cabo, lo que se intenta explorar en el estudio es la manera como los márgenes unitarios de las empresas (markup) observados en Colombia afectan el nivel de inflación. Preocupa que, con un modelo económico tan interesante, pero a su vez tan agregado, se extrapole y concluya algo en concreto a propósito de la posible causa principal de la inflación en Colombia y, más aún, si este resultado es la llave para hablar de impuesto a ganancias excesivas en el país.
En gracia de discusión de la metodología empleada, si las utilidades de las empresas fueran causante principal de la inflación en Colombia, y lo que se requiere es estimular la competencia en el país, no debería recortarse el presupuesto en cerca de 30% a la autoridad del país encargada de proteger este derecho de interés colectivo, como efectivamente sucedió con la SIC, pero antes de cualquier conclusión, y de tildar a un culpable y atribuirle una responsabilidad expedita a las empresas en Colombia de un resultado macroeconómico específico se hace necesario abrir un debate académico con fundamento microeconómico que nos permita consistentemente refutar o validar tan interesante hipótesis traída por el Ministerio. El escenario académico está abierto para la discusión.