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Gigante es un municipio cacaotero y cafetero del Huila. En su plaza principal estaba la Ceiba de la Libertad, que colapsó el año pasado. Cuentan que el General José Hilario López sembró la Ceiba con sus propias manos, o lo hicieron sus amigos, como símbolo de libertad dentro del marco de la sanción de la Ley de abolición de la esclavitud, en 1851.
También se afirma que la Ceiba fue sembrada en 1813, en desarrollo de la orden del General Nariño de retirar los cepos de todas las plazas del país y sembrar un árbol como símbolo de libertad. Cuentan también que existe una leyenda sobre la Ceiba. Dicen que, si muere, volverá la esclavitud y el cepo. Pues bien, un hongo la carcomió y acabó con su existencia.
Personalmente, no creo en ese mal presagio. Los colombianos, el próximo domingo, seremos pragmáticos y votaremos, mayoritariamente, por el cambio, dentro del marco de la economía de mercado, la libertad de empresa y las tradiciones liberales, y no dentro del modelo castrista-marxista-leninista o socialismo del Siglo XXI, que es un hongo para la democracia y la libertad. Claro que existen muchas necesidades insatisfechas de la ciudadanía, acentuadas por la pandemia del covid-19. Para satisfacerlas, debemos tener un mejor país, construyendo y no destruyendo la economía y la institucionalidad.
No podemos caer bajo el embrujo de los cantos de sirena de falsos profetas, que cabalgan de manera irresponsable sobre estas necesidades insatisfechas, ofreciendo soluciones irrealizables a través de cambios inadecuados a la institucionalidad política y económica, lo que en realidad nos llevarían a la ruina y a la pérdida de nuestras libertades.
La ciudadanía quiere y exige un cambio, como se evidenció en la primera vuelta, y este cambio se debe dar, específicamente, en el manejo de lo público, dentro del sistema democrático, la economía de mercado y las tradiciones liberales.
Ello implica substraer a los politiqueros del manejo de lo público, pues por todos es conocido que, detrás de las loables palabras de algunos, y las posturas de grandes estadistas de otros, se esconden sus intereses personales y los de sus clientelas en perjuicio de la ciudadanía. Lo cierto es que luchar decididamente contra la corrupción y la politiquería beneficiará a la economía, la empresa y el empleo y garantizará el bienestar para todos los colombianos. No existe en este momento un mejor camino, por lo que esperamos que el voto a favor de la economía de mercado, las libertades democráticas y la lucha contra la corrupción haga irrealizable la leyenda de la Ceiba de la Libertad y tengamos un mejor país.
Para eso, es importante que quienes han pensado votar en blanco, una alternativa loable y digna, pero impráctica e inane jurídicamente, elijan entre alguna de las dos opciones: por un lado, un candidato, ingeniero y empresario, que representa y respeta las libertades, la economía de mercado y la iniciativa privada, con conciencia social o, por el otro, un candidato, exguerrillero y autocrático, que quiere refundar la patria con el socialismo del Siglo XXI. La decisión está en nuestras manos.