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Hace años, un amigo decía que no le encontraba razón alguna al fútbol. Pensaba que correr o ver correr a 22 personas detrás de un balón por 90 minutos era una pérdida de tiempo. La verdad, nada más emocionante que el fútbol.
Correr detrás de un balón, pasárselo a los compañeros de equipo, “molearse” o “melearse” como decíamos en el Huila al rival, marcar un gol, ver fútbol los domingos con David Cañón, recibir del Niño Dios la camiseta de Santa Fe o ver a Santa Fe en El Campín no tenían igual. Pero si además se trataba o trata de la selección, las pasiones se desbordan. Nada que nos una y haga vivir más apasionadamente que la selección, que es patrimonio de todos.
Independientemente de lo que pasó este domingo, la Copa América y la Selección nos dejan temas positivos y enseñanzas. En primer lugar, la economía colombiana tuvo un empuje importante. El consumo en bares y restaurantes y compras de otros artículos no fue menor.
Decía un amigo, dueño de una cadena de restaurantes, que sufrió como ninguno la expulsión de Daniel Muñoz, no solo por la Selección, sino porque fueron 45 minutos pensando en las ventas de la final, estimadas en más de $400 millones.
En segundo lugar, hay un cambio importante generacional de programación neurolingüística, pues se cambió el “sí se puede” por el “sí queremos”. No se trata ya de poder, sino de querer. Lo que se quiere se busca y para lograrlo hay que trabajar fuertemente. El “sí se puede” no da la fortaleza mental y no pone en el camino de la preparación, como sí lo hace el “sí queremos”.
En tercer lugar, como país, comprendimos que los planes y las estrategias se cambian de un momento a otro, por lo que hay que adaptarse. No es lo mismo jugar con 10 jugadores que con 11.
La Selección se adaptó, al ambiente y las circunstancias, y logró el resultado, lo que debería ser una enseñanza para el Gobierno y los empresarios en estos momentos de coyuntura económica.
En cuarto lugar, fue un segundo tiempo de infarto, de puro tesón, marca y aguante, para que no nos metieran goles y seguir en el campeonato. Esto es una enseñanza para el país político. Falta el segundo tiempo de este Gobierno, donde hay que marcar y aguantar con tesón, para que no nos metan goles y así poder continuar en el campeonato democrático.
En quinto lugar, lo de James es extraordinario. No se trata de si James es o no un jugador completo o “well-rounded”, como dirían los anglosajones, sino de tener un técnico que entienda las capacidades de sus jugadores y los ponga donde deben estar para que brillen y sirvan al conjunto, y así formar un equipo con carácter y las mejores cualidades de cada uno de sus integrantes.
Finalmente, el fútbol es pasión y no razón. Hay que dejarse llevar y no pensar qué hacen 22 personas detrás del balón. Solamente hay que gritar de la felicidad y llorar de alegría cuando la Selección marca un gol y gritar por la frustración y llorar de tristeza cuando se lo marcan.