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El despliegue mediático sobre la llegada al país de la vacuna contra el covid incluye imágenes de los refrigeradores de almacenamiento - con políticos al lado, claro - simulacros de vacunación, supuestos atentados y hasta cartas al presidente con ‘solicitud para saltarse la fila’. La vacuna es crucial, desde luego, y en buena medida de ella dependerá la evolución de las condiciones económicas y sociales del país en los próximos meses; pero este hecho no debe ocultar la realidad sobre el manejo que se le ha dado a la pandemia y las consecuencias que ha tenido durante estos casi once meses.
Así lo muestra el ‘Ranking de Resiliencia al Covid de Bloomberg’ el cual ordena a 53 países de acuerdo con variables de testeo, contagio y mortalidad, capacidad del sistema de salud, y la disrupción social, económica y de impacto sobre la libertad de movimiento que ha traído la pandemia. Allí se encuentra, por ejemplo, que algunos países que aún no han empezado su proceso de vacunación se ubican en las primeras posiciones, en virtud de los bajos niveles de contagio alcanzados. Igualmente, otros que han avanzado rápidamente en la vacunación han mejorado su estatus reciente.
En el último reporte, Italia, China, India y Perú muestran un avance importante gracias al control del contagio y la recuperación económica, mientras Suráfrica, Colombia y la República Checa presentan los retrocesos más grandes - Colombia es el país con el tercer peor desempeño.
Se señala que la confianza en las autoridades y la cohesión social, más que las medidas autoritarias, parecieran hacer la diferencia en el nivel de manejo de la crisis; ejemplo de esto es el destacado desempeño de los países escandinavos, al igual que Japón y Corea del Sur. Igualmente es de remarcar el trabajo de Nueva Zelanda, que ha priorizado la comunicación efectiva y veraz - algo que en estas latitudes han ‘mal-copiado’ con programas interminables, repetitivos y de poco interés para la ciudadanía.
El mensaje es claro, si bien la pandemia era para todos, las respuestas de unas y otras sociedades han hecho una notoria diferencia y marcarán trayectorias divergentes a mediano y largo plazo, profundizando desigualdades de género, raza, entre países y al interior de ellos. Recientemente Kristalina Georgieva, directora general del FMI, manifestó que el incremento en la desigualdad ocasionado por la situación actual generará agitación social y económica, dando lugar a una década perdida. Pero esto no es una maldición caída del cielo, es la manifestación de una sucesión de respuestas pobres, inadecuadas e inoportunas a una crisis especialmente compleja.
La parafernalia sobre la llegada de la vacuna pareciera hacer olvidar que la situación actual no solo depende de aún no contar con ella, sino también de la forma como se ha minado la confianza ciudadana. Una sociedad donde 40% de la población manifiesta no estar interesado en vacunarse habla muy mal de la forma como se ha manejado esta situación.
Tal vez, en paralelo a llevar a cabo un proceso de vacunación serio - con claros indicios para dudar que así será - valga la pena trabajar por corregir algunos de los errores de estos once meses. La vacuna es esencial, pero está lejos de ser el Santo Grial ante la improvisación, la incompetencia y la falta de rumbo.