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Una de las fallas estructurales de muchas sociedades en desarrollo es la desigualdad en la tenencia de la tierra y el impacto que esto representa en las oportunidades de millones de personas. Durante los años sesentas y setentas las disputas por la tierra y las agendas reformistas estuvieron en el orden del día; sin embargo, estos esfuerzos han perdido fuerza en décadas recientes, sin que en muchos casos se corrijan los problemas subyacentes.
Regiones como el Sur de Asia, América Latina y buena parte de África son los casos más preocupantes. Colombia, desde luego, no es ajena a esta realidad.
¿Qué variables inciden en la posibilidad de llevar a cabo transformaciones que permitan mejorar las condiciones de vida de las poblaciones del campo? ¿Qué obstáculos enfrentan los gobiernos interesados en impulsar dichas transformaciones? ¿Tienen las transiciones políticas la capacidad de crear coyunturas críticas para generar cambios mayores en la ruralidad?
El reciente libro de Andrés García Trujillo, Peace and Rural Development in Colombia (Routledge, 2020), aborda estas preguntas a partir del estudio del caso de la reforma rural integral diseñada en el marco del acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc.
El autor argumenta que dicho acuerdo, pactado en 2013, permitió la apertura de una ventana de oportunidades excepcional para sacar adelante una agenda transformadora para el campo colombiano. Sin embargo, desde ese mismo momento, diferentes condiciones adversas fueron tomando fuerza, lo que ha significado un margen cada vez más limitado para poder avanzar en la dirección propuesta.
Dentro de tales condiciones adversas, naturalmente, estaba el papel de los sectores de oposición al texto pactado, que gradualmente tuvieron mayor capacidad de presionar en su contra y cuyos esfuerzos alcanzaron su clímax con el resultado del plebiscito de 2016. Pero, al margen de esta oposición externa, señala el autor, también son variables explicativas trascendentales un escenario preexistente de captura de las élites políticas regionales y las contradicciones al interior del mismo gobierno.
García pone especial énfasis en las concesiones burocráticas que se hicieron con miras a la campaña por la reelección en 2014, en tanto se tradujeron en la presencia de intereses particulares al interior de las agencias que tenían responsabilidades de cara a la reforma rural, especialmente, en las tareas de alistamiento para la implementación del acuerdo. Esto dificultó el inicio de la coordinación de agendas y actores clave, y terminó jugando en contra de los objetivos reformistas.
La suma de estas restricciones tempranas, la creciente oposición y el posterior cambio de gobierno cerraron aún más la posibilidad de llevar a cabo las transformaciones necesarias para el campo colombiano.
La reciente experiencia del país es invaluable para futuros esfuerzos de reforma rural alrededor del mundo.
La interacción entre restricciones políticas de largo plazo - dentro y fuera del gobierno - puede traducirse en barreras insuperables a la hora de corregir problemas estructurales de una sociedad.
El libro de Andrés García brinda herramientas esenciales para la comprensión de estos fenómenos y se convierte en una agenda de trabajo para superar los obstáculos al cambio.