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El riesgo es que la crisis económica actual y los esfuerzos de la recuperación terminen acrecentando las brechas territoriales, se dispare la desigualdad y se pierdan los avances en reducción de pobreza; esto es particularmente preocupante en los municipios de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet). La oportunidad es que estos programas se conviertan en una palanca para la reactivación económica, contribuyendo con ello a corregir otros problemas del país.
El alcance del riesgo no es menor. Los municipios Pdet fueron seleccionados con los criterios de niveles de pobreza, debilidad institucional, economías ilegales y afectación del conflicto armado. Así, olvidar los compromisos hacia ellos implica abrir la puerta a la reproducción de ciclos de violencia y perder una oportunidad única para estas zonas del país.
La oportunidad, por su parte, tiene varios elementos. El primero es que la destinación de recursos para la ejecución de estos programas no debería ser un obstáculo, pues las reformas recientes - por ejemplo, en materia del Sistema General de Regalías - han permitido fondearlos para su arranque, al tiempo que se puede dar un mayor uso a alternativas como ‘obras por impuestos’ para atraer la inversión privada, y recurrir a la figura de pagos por servicios ambientales.
De allí surge un segundo elemento: si la consecución de recursos no es el problema principal, resulta necesario prestar atención a la articulación de proyectos que tengan un carácter transformador, especialmente hacia la generación de mayor equidad social, inversión y empleo. No se puede cometer el error de concebir las grandes apuestas como la suma de proyectos puntuales, ni ir al extremo opuesto de diseñar planes perfectos en la teoría, pero que desconozcan las realidades de los territorios.
Es decir, es importante reconocer las iniciativas de las comunidades rurales y respetar el esfuerzo de planeación participativa con el que se construyeron estos programas en los territorios, tal como se enfatizó en el foro ‘Acelerar los Pdet para reactivar la Economía’.
Un tercer elemento es la necesidad de construir y fortalecer la institucionalidad en estas regiones. La experiencia del país desde finales del siglo XIX, con el auge del café, la creación de una clase media rural y los esfuerzos orientados a ofrecer bienes públicos y contribuir al proceso de innovación productiva podría servir como ejemplo.
Y un último elemento para materializar la oportunidad de que los Pdet jueguen un papel protagónico en la reactivación económica es la posibilidad de atraer cada vez más al empresariado. El desarrollo económico depende de la combinación de instituciones y actores que generen procesos productivos virtuosos, para lo cual es necesario que el empresario - local y nacional - encuentre las condiciones que le permitan desarrollar sus actividades productivas. Esto requiere, entre otros, articular los esfuerzos de los Pdet con la atención que se debe brindar en los temas de sustitución de cultivos, seguridad y justicia que a veces parecen al margen de estas discusiones.
Coyunturas excepcionales permiten dar giros radicales en la forma como se diseña la política pública. Apalancar los esfuerzos de reactivación económica en figuras como los Pdet tiene el potencial de corregir desigualdades históricas y contribuir a crear círculos virtuosos de inclusión y desarrollo económico.