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Por estos días donde la inflación pasa factura al bienestar de los hogares, diferentes actores alzan la voz y señalan que el abandono al campo, la falta de oportunidades y la ausencia del estado son los culpables de la caída de la producción del agro y del interés cada vez menor de los jóvenes por ver en el campo colombiano una oportunidad para desarrollar su proyecto de vida. Múltiples son las explicaciones de las dificultades que hoy enfrenta la ruralidad colombiana, con esta la limitada capacidad de inversión de los municipios, departamentos y en especial, el bajo retorno de la inversión en términos mediáticos, económicos y políticos de realizar apuestas en territorios con censo electoral bajo y mínima presencia del sector privado. Ver vías pavimentadas, agua potable y acceso a servicios de salud de calidad ha quedado en el sueño eterno de quienes murieron sin ver realizado ninguno de estos sueños.
Peque es un municipio de Antioquia que queda a unos 200 kilómetros de la ciudad capital Medellín. Tiene una extensión territorial de unos 433 Kms², su creación data del 3 de enero de 1868, y fue reconocido como municipio el 19 de marzo de 1915. Para llegar a la localidad hay que recorrer desde el municipio de Uramita (vía Medellín-Urabá) cerca de 60 kilómetros de vía sin pavimentar, con pantano, huecos y con serias dificultades de transitabilidad. En síntesis, Peque siempre ha quedado lejos incluso para los mismos Pequenses, además de ser uno de los pueblos más sufridos de Colombia, padeció la violencia partidista, fue mandado a incendiar por conservadores de Ituango y Cañasgordas sus territorios vecinos, y desde los años 80 y hacia aquí el conflicto se ensañó con el pueblo, situación que ocasionó una masacre en el 2001 luego de sacar la gente de sus casas y llevarlos al parque principal, esto desató el fenómeno de desplazamiento más grande que ha vivido pueblo alguno.
No todo es para lamentar, Peque es tierra de frijol, café, aguacate, ganado, termales, es parte del Parque natural Nudo del Paramillo, lo que convierte al territorio en un tesoro natural y biodiverso. Pese a esta combinación entre conflicto, riqueza natural y necesidades básicas insatisfechas (la padecen 27 de cada 100 habitantes), no ha sido posible que este territorio reciba la inversión necesaria para acercarlo a mejorar su calidad de vida. Contar con la vía pavimentada ha sido un sueño por más de 50 años. Dos sueños tenían sus lideres, entre otros Francisco y su hijo Bernardo Guerra Serna el primero una planta eléctrica que obtuvo el pueblo gracias a la Cooperativa de Municipalidades de Antioquia; y otro la pavimentación de la vía Uramita. Ambos lideres murieron sin ver realizado su segundo sueño. Sin embargo, un ambicioso plan de equidad para pavimentar todas las cabeceras municipales del departamento de Antioquia detonó la pavimentación de esos 60 kilómetros que desde siempre han sido un sueño. Una inversión cercana a los $135.000 millones de pesos significa la materialización de este sueño. Esto es equivalente a que cada habitante de Peque reciba (por la pavimentación de la vía) cerca de $20 millones de pesos de inversión. Esta cifra no es comparable con ninguna otra en toda su historia.
Realizar este tipo de obras requiere la determinación del gobernante en materia de equidad (rentabilidad social) olvidándose de cualquier interés político, pues la inversión que está realizando el Gobierno de Antioquia en Peque no la verán las grandes masas que eligen gobernantes. En este entendido, si el cálculo fuera político, sería más rentable en esta materia para un gobernante invertirlos en cualquier localidad de Bogotá o comuna de Medellín. Adicionalmente, a la determinación del gobernante estas iniciativas requieren el compromiso de un equipo de infraestructura en materia de estudios, diseños, contratación, logística, gestión social, ambiental, además de la concurrencia del sector privado para la ejecución de obra en los tiempos previstos. Este tipo de obras son un compromiso con las deudas históricas, mientras otros territorios llevan décadas con sus vías pavimentadas para otros sigue siendo un sueño. Creo firmemente en que este tipo de iniciativas fortalecerán el agro, el turismo, la economía local y en últimas la equidad. En la medida que los gobernantes y los empresarios entiendan que favorecer la equidad permite la construcción de paz, tejido social y desarrollo, tendremos que preocuparnos menos por elecciones, desabastecimientos y protestas. Esta vía acercará a Peque al mar y al centro del departamento, pero en especial es una gran obra para reconciliar territorios golpeados por el conflicto, una muestra de gobernar en unidad y construir equidad con ejecutorias.