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Analistas 23/07/2022

La casa en el aire

¡Tener vivienda no es riqueza, pero no tenerla sí es pobreza! Así reza el dicho popular que suena en muchos rincones del país y que ha sido sinónimo de luchas incansables de familias que han buscado, sin importar el estrato socioeconómico, materializar ese sueño de “tener algo en la vida”; o, como también se dice en el argot popular, con un poco de dramatismo: “tener donde caerse muerto”.

Colombia, según el Dane con cierre a diciembre de 2021, tenía 16,9 millones de hogares; de estos, 1.2 millones se clasificaban en déficit cuantitativo (hogares que habitan viviendas con deficiencias estructurales y de espacio, por tanto, consideradas no aptas), por su parte 3,9 millones de hogares habitaban viviendas con déficit cualitativo (viviendas con deficiencias no estructurales, que están sujetas a mejoramiento en pisos, paredes, cocina, entre otros para lograr condiciones adecuadas). En total (déficit cuantitativo más cualitativo) son poco más de 5.2 millones de hogares colombianos en déficit habitacional: es decir, 31 de cada 100 hogares tiene déficit. Este dato varía según el territorio, pues mientras que en cabeceras 20 de cada 100 hogares presentan ese déficit, en zonas rurales llega a 68 de cada 100.

Esta realidad de los hogares requiere que la vivienda, y en especial la industria de la construcción, cuenten con el impulso adecuado para enfrentar los retos que las cifras implican. Las alertas están encendidas por cuenta del incremento de costos de las diferentes variables asociadas a la construcción: en el caso del crédito para la compra de vivienda, los hogares pasaron de pagar en promedio 8 millones al año por cada 100 millones que prestaban a 13 millones y todavía se proyectan incrementos adicionales en tasa de interés; por su parte, los insumos para la construcción de edificaciones y obras civiles siguen al alza.

En especial los últimos meses han evidenciado incrementos en precios del hierro, acero, cobre, madera, tubería, ladrillos, pisos, enchapes, entre otros. Salvo el caso de la vivienda de interés social (VIS) que el valor de la vivienda está indexado al salario mínimo del momento de entrega, en los demás casos la industria de la construcción tanto en sector público como privado adquiere sus compromisos en precio fijo, cuando sus costos hoy más que nunca, dada la coyuntura internacional y regional son variables. Situación que puede ponerlos en riesgo de siniestro o en el mejor de los casos incumplimiento.

Por muchos años la industria de la construcción ha sido un vehículo efectivo para la generación de empleo e ingresos, factor que posibilita un efecto de derrame (dinamismo) económico en otros sectores clave, que van desde los areneros, pasando por empresas dedicadas al diseño de interiores, hasta el impuesto de industria y comercio. Muchos municipios del país han tenido muy buenos años, gracias al impuesto de industria y comercio que pagan las concesiones viales y ni qué decir del predial en las entidades territoriales. El aporte es tal que de cada $100.000 de recaudo de ingresos tributarios en Cali, Medellín y Bogotá, $48.000, $39.000 y $34.000 corresponden al impuesto predial respectivamente.

Múltiples caminos pueden ser útiles tanto para cerrar brechas como para disminuir el impacto de la coyuntura internacional y nacional. En el caso del cierre de brechas, en el tema de vivienda, el Departamento de Antioquia tiene experiencia que puede ser útil para otros departamentos en términos de apostar por alianzas entre el sector público, privado y fundaciones, por vivienda nueva, mejoramiento de unidades habitacionales, entorno y titulación de predios. Esta experiencia de Antioquia le permite estar lista para aunar esfuerzos que permitan plasmar enfoques regional, rural y urbano a las metas que sean incorporadas en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo. Este modelo de alianza del “todos ponen” está probado para que sea un canal propicio para la ejecución de la política de vivienda.

Por su parte, en lo que se refiere atender los impactos de incremento de precios de insumos para la industria de la construcción, inflación y tasas de interés derivados de la coyuntura económica, el nuevo gobierno deberá en términos de competitividad y equidad en primer lugar establecer la hoja de ruta de la nueva generación de concesiones viales, vías para la ruralidad y el impulso al Sistema Interconectado Nacional de energía - SIN – (seguro, confi­able y económico) para las regiones; en segundo lugar, mejorar la apuesta realizada en vivienda de interés social – VIS - y prioritario – VIP; y en tercer lugar, diseñar un sistema de incentivos que permita que la construcción de edificaciones y obras civiles mantengan su crecimiento y eviten (dado su aporte en generación de empleo, ingresos e impuestos), la menor suspensión o incumplimiento de obras posible.

Colombia tiene un gran reto: y parodiando a nuestro maestro Rafael Escalona, debemos actuar desde el diseño de la política para no permitir como Ada Luz “La casa en el aire”.

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