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En 2020 las exportaciones colombianas disminuyeron un 21,4% al pasar de US$39.000 millones en 2019 a US$31.055 millones. En el contexto mundial, se evidenció una caída de solo 8%.
Esta baja, por encima del promedio del mundo, refleja una alta dependencia de la oferta exportable de bienes como petróleo y carbón que son los que explican esa disminución en más de US$8.000 millones. Con este resultado, el valor de las exportaciones del país en 2020 es comparable, aunque inferior al resultado del 2016 (US$31.768 millones). En lo que se refiere al volumen de importaciones, estas disminuyeron un 17,4%, pasando de US$52.702 millones a US$43.488 millones. Este mayor valor de las importaciones versus las exportaciones significa para el país un déficit de la balanza comercial (exportaciones - importaciones) de no menos de -US$12.432 millones.
Los datos permiten concluir que Colombia evidencia una clara dependencia de la exportación de petróleo (este representa el 55% de las exportaciones tradicionales y un 28% de las totales) y un desarrollo incipiente de su oferta exportable, toda vez que el segundo bien corresponde al banano con una participación en el total superior al 13% al tiempo que bienes con un mayor valor agregado como textiles y sus manufacturas pesan en las exportaciones 1,4% y cuero con sus manufacturas alcanza tan solo el 0,3%. Esto al tiempo que en términos de importaciones las de mayor participación obedecen a bienes con valor agregado como lo son los vehículos ensamblados, centrales de comunicación automáticas y gasolina.
En medio de esta realidad de las exportaciones entre los sectores menos afectados, y que incluso presentaron incrementos para Colombia se encuentran los alimentos, animales vivos y en general, productos básicos. En el caso de los alimentos, en el 2020 aumentaron las exportaciones con respecto a 2019, un 10% lo que significó cerca de US$174 millones más. Esto de cierta forma indica que, en dicho año, por causa de los confinamientos alrededor del mundo, tomó más relevancia el comercio con bienes de primera necesidad. Lo que debería continuar siendo un factor motivacional para el país dada la disponibilidad de tierras productivas y la competitividad que evidencia la industria de alimentos colombiana. Otro ejemplo adicional al de alimentos es el comportamiento de las exportaciones banano y oro.
Al analizar el comercio exterior colombiano por socios comerciales, las exportaciones hacia Estados Unidos cayeron un 23%, con China un 41,5% y Panamá un 36% (siendo estos tres los principales socios comerciales del país). No obstante, de otro lado se observa un incremento en las mismas hacia India del 129,7%, explicadas especialmente por el sector minero energético.
De acuerdo con los datos anteriores, la pandemia nos ha dejado en una difícil situación en términos de comercio internacional y de competitividad. A pesar de que, para el primer trimestre de 2021, las cifras muestran un cierto nivel de recuperación, con un incremento del 0,8% con respecto al mismo trimestre de 2020, si se compara con 2019, hay una caída del 7,5%, por lo que debe pensarse en buscar una recuperación más rápida.
A las dificultades de la pandemia y los mercados golpeados hay que sumarle la coyuntura económica y social del país, con una serie de bloqueos que han perjudicado especialmente el comercio por el Puerto de Buenaventura, de donde sale la mayor parte de la carga con destino a Asia, y seguramente, las cifras para el segundo semestre mostrarán un comportamiento desalentador. A pesar de lo anterior, es el momento de mirar hacia adelante y buscar una reactivación pronta de la economía colombiana y, especialmente, de las exportaciones, pues la interrupción del comercio puede implicar la pérdida de mercados a los que ha sido muy difícil llegar.
Ahora, también la pandemia nos dejó valiosas enseñanzas sobre la capacidad de producción que tiene nuestro país. Las iniciativas con participación de empresas y universidades para la fabricación de ventiladores mecánicos y otro tipo de instrumentos médicos muestran que puede haber una gran cantidad de ventajas comparativas en sectores de alto valor agregado que no hemos explorado, y que las alianzas entre el sector público, las empresas y las universidades son cada vez más valiosas para mejorar la competitividad de nuestra economía y se deben promover.
Este debe ser un punto obligado en la agenda para la reactivación económica, de la agenda en el congreso y de los candidatos a presidencia para proyectar la economía colombiana en los mercados internacionales con miras a aprovechar mejor los acuerdos comerciales que hemos firmado en las últimas dos décadas y que no muestran impactos positivos significativos sobre el bienestar de los colombianos. Finalmente, retomando los planteamientos iniciales asociados al déficit en la balanza comercial y la dependencia de la exportación de petróleo, es claro que para corregirlos debemos aprovechar ventajas comparativas con las que contamos para diversificar la oferta exportable y poder generar un mayor valor agregado.