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Hace 12 años en mi clase de periodismo multimedia, hablábamos de la enorme oportunidad que para cualquier ciudadano significaba la democratización de la información que ofrecía la tecnología digital. Por primera vez, cualquier persona era capaz de expresar su opinión en un blog o en Twitter. Confieso que nunca vi con buenos ojos esa idea utópica. Veía peligroso que cualquiera pudiera informar sin la formación profesional y ética necesaria.
Pues hoy me encuentro con la distopía que significa esa democratización. Lo que aparentemente era la máxima herramienta de libertad de expresión, es hoy el mayor censurador de ideas y opiniones. Es bien sabida la censura que ejercen redes como Twitter y Facebook. Detrás de la noble labor de proteger a los usuarios y eliminar discursos de odio, censuran solo a ciertos opinadores. Yo mismo he denunciado mensajes en los que le desean la muerte a alguien y la respuesta es que el comentario no infringe las reglas.
Hoy los youtubers deben hablar en clave ya que cada vez son más las palabras prohibidas por el Ministerio de la Verdad (que proponía como ficción Orwell en 1984). Si se mencionan Youtube los sanciona, bloquea o desmonetiza el canal, y lo mismo ocurre en mensajes de Twitter o Facebook.
¿Alguien se imaginó hace 10 años que tendríamos que hablar en clave para que no nos censuren?
Vimos lo que le ocurrió a la red social Parler que fue eliminada de las tiendas de Apple y Google y además fue expulsada de los servidores de Amazon. Estamos en manos de estos gigantes tecnológicos y no podemos escapar de ahí. Si Godaddy nos bloquea los dominios y el alojamiento, Amazon o Microsoft su servicio en la nube, Facebook, Instagram, Youtube y Twitter el contenido, Apple y Google nos bloquean en las tiendas móviles y Google nos oculta en su buscador, desaparecemos como individuos o como empresas. Estamos en manos de unos pocos que además de su inmenso poder actúan como oligopolio porque no tienen políticas diferentes aunque defiendan la diversidad.
Estamos enfrentando una dictadura digital que ellos mismos la muestran como una teoría de conspiración de fanáticos.
Es absurdo e inviable pretender crear una nueva red social en la que acepten otras tendencias ideológicas. Primero, ya vimos lo que le pasó a Parler, segundo, no tendría sentido estar en una burbuja informativa en la que todos pensamos igual, tercero, para que nuestras opiniones sean escuchadas, debemos estar donde está la masa, y esta no va a estar en una red independiente y alternativa.
Esta dictadura no es comparable con la que se le atribuye a los medios de comunicación tradicionales, pues ellos fijaban su línea editorial informativa pero no tenían el poder de censurar la opinión pública o de callar a los ciudadanos. Los gigantes tecnológicos en cambio sí tienen ese poder de censurarnos como individuos.
Nos queda la opción de volver a encender las rotativas y desempolvar las imprentas para escribir e imprimir periódicos y revistas que lleguen a las casas de los suscriptores de manera secreta y en donde los gigantes no nos censuren. Sobra aclarar que debemos volver también a la máquina de escribir manual.