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Inició el nuevo Canal Uno, que de nuevo poco y de Uno mucho. Era el momento perfecto para desaparecer esa carga histórica negativa y antigua del nombre y lanzarse con una marca agresiva y más comercial. “¿Llamarse Uno y sintonizarse en el 136?”, preguntaban ciertos usuarios despistados que no conocían el canal. Y a los que lo conocían le están vendiendo un producto completamente nuevo pero que se llama igual y que tiene los mismos noticieros de hace 20 años. ¿Entonces dónde está lo nuevo? Lo complejo es que se trata de un canal abierto nacional, y en pleno 2017 resulta absurdo pretender lanzar un medio genérico, para todos.
Hoy a nadie se le ocurriría publicar un periódico general que compita con El Tiempo, o una revista general que compita con Semana o un canal general que compita con Caracol y RCN. Los medios ya no son generales. No pueden complacer a todas las audiencias ¡Es imposible! Las audiencias están fragmentadas y los nuevos medios deben enfocarse en atender a un nicho. El concepto de familia reunida alrededor del televisor dejó de existir en los tiempos de Betty La Fea, por eso es inviable pretender programar un canal familiar.
Lo mejor es que tenían un punto claro de partida para definir su nicho. ¿Para qué desgastarse buscando nuevas audiencias si ya tenían una fiel que sintonizaba los noticieros? Partamos de ahí. Una audiencia que estaba dispuesta a dejar de ver la telenovela de moda para ver CM& o dejar de ver cine para ver Noticias Uno era lo que le daba audiencia al Canal Uno. ¿Ese nicho será el mismo que quiere ver “Guerreros”, un reality de dos horas, “Caso Cerrado” tres veces al día y “Decisiones” de 2005 con historias donde los celulares no hacían parte de la trama? ¡Noo! ¿No ven que prefieren ver a Yamid que la novela vallenata? ¿Y así les pagan? Están buscando también un Millennial Youtuber para un nuevo programa. ¿Qué tiene que ver un Youtuber estrato seis con la señora hondureña transexual panelista del show de la Doctora Polo? No puede ser el canal de todos porque no es 1987 cuando el Canal Uno debía complacer a todos los colombianos.
Esa audiencia cautiva de los noticieros seguramente estaría dispuesta a ver un canal más informativo y con una propuesta de contraprogramación de los canales líderes, no solo en las noches. Pero a cambio le ofrecieron lo mismo que los privados pero más barato. Y después del reality de dos horas, llega a las ocho la franja prime time más desperdiciada de la historia con “Infieles”, un unitario viejo, repetido y vulgar que nada tiene que ver con ese personaje que le gusta la independencia de Noticias Uno o las entrevistas de Amat. ¿Qué pasó con Veredicto? El único programa de debates de la tele y salió de repente del aire.
Seguro que esa audiencia habría apreciado más una franja diaria de debates que un dramatizado de la década pasada de oficinistas con hormonas adolescentes. El rating tiene la última palabra...