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Esta semana la televisión colombiana cumplió 65 años, una celebración que tristemente ya pasa sin pena ni gloria. Se nos fue Doña Gloria, Jota Mario, Pacheco, Fernando Gaitán, El Chinche, Jairo Alonso, Pepe Sánchez, Bernardo Romero… nos quedan pocos de la época dorada.
Pero justo cuando pensaba que nada volvería a ser como antes, que la tele no era más que realities y narcos, aparece “El man es Germán”.
Podemos hacer un recorrido por la historia de la TV por medio de esta comedia.
La serie de RCN recoge todo lo bueno que ha destacado a nuestra televisión, pero con un lenguaje actual. “El man” tiene humor costumbrista, que es lo que ha hecho inmortal a Don Chinche, a Betty la Fea, a Romeo y Buseta, a Pedro el Escamoso y a Dejémonos de vainas, entre otros. El paisa, la bumanguesa, los cachacos, la vida de un típico barrio popular de Bogotá, recrean perfectamente nuestra cultura chibcha. Lo mejor es que se alejan del melodrama y la miseria y muestran cómo en medio del rebusque diario, se puede vivir feliz.
Evoca el humor literal de la incomprendida “Leche” de Samper Pizano y Romero Pereiro. Utiliza el humor repetitivo de El Chavo, el concepto de frase de cierre de Dejémonos de vainas, la actuación, la gesticulación, el colorido, la graficación y los sonidos propios del arte clown, que recuerdan a la serie peruana, Patacláun.
La gestualidad de los personajes, nos recuerdan a Oswaldo, el mensajero de Vuelo Secreto por allá en el 92, interpretado por Ramiro Meneses, quien es ahora el director de El man es Germán. De hecho, de nuevo tenemos personajes propios, dignos de crear disfraces para Halloween.
El formato unitario (una historia en cada episodio) ha funcionado perfecto en estos 65 años, aunque últimamente ha estado relegado a las tardes. Es un riesgo para la franja nocturna pues el televidente puede dejar de ver la serie un día sin perder continuidad. Así, el rating de El Man ha fluctuado día a día.
Las escenas grabadas en exteriores le otorgan realismo a la historia que se había perdido con la llegada de los canales privados, cuando se estandarizó la producción en serie en estudios.
El romanticismo es puro, noble, inocente, para toda la familia como no ocurría hace mucho. No necesita acudir al morbo ni al sexo explícito. Se recuperan valores, hay un mensaje positivo en cada episodio.
La tele hoy difícilmente puede ser financieramente viable solo con la publicidad, y esta comedia tiene todos los elementos para que RCN explote comercialmente las opciones transmedia de la historia. Crear realmente el canal de Youtube de Patricia (en vez de subir los episodios del canal de TV), el chat del barrio en el que puedan participar solo los verdaderos fanáticos de la serie, eventos en vivo (que ya lo han hecho), y hasta crear físicamente un gimnasio como el de Germán.
Felices 65 años a nuestra televisión, y que vengan más series que nos recuerden quienes somos y recuperen los valores que hicieron grande este medio en décadas pasadas.