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A las 0:00 Facebook me muestra a diario las memorias de lo que he publicado en años anteriores en la misma fecha. La sorpresa es que hay varias publicaciones de terceros que había compartido y misteriosamente ya no aparecen, fueron eliminadas. Me puse a analizar las fechas y los comentarios y eran publicaciones de la campaña de Claudia López el año pasado cuando era candidata. Pues mágicamente han desaparecido. Sus promesas de campaña o los videos donde la cuestionaban ya no están.
Y gran parte era archivo de medios de comunicación grandes. ¿Será coincidencia? Antes de la era de internet, la historia se escribía en los periódicos, y aunque la información no estaba a un clic de distancia, sí era posible ir a una hemeroteca para encontrar un archivo de noticias serio. Hoy, que el archivo es digital, los datos pueden ser eliminados por conveniencia.
Esto, sumado a que los movimientos progresistas con su cuento de que hay que reescribir la historia y darle una “resignificación a la memoria”, cualquier cosa puede ser cierta. Nos metieron el cuento de que solo lo nuevo tiene validez. Cualquier idea tradicional es retrógrada, incluso lo concerniente a años de investigación sobre la biología humana.
El pasado fue un completo error para estos progres. Ellos encantados con quemar todo, tumbar estatuas, borrar noticias. Hoy los medios de comunicación profesionales compiten por la atención de los usuarios, en igualdad de condiciones con los portales de información acomodada y de dudosa financiación, y organizaciones de papel que se encargan de desinformar.
Estas páginas descaradamente se venden como generadoras de contenido para “reinventar la historia”. Eso es peligrosísimo porque borran lo que les conviene e implantan ideas absurdas. Hablan de las masacres que ha sufrido Colombia pero solo incluyen las de un bando. Las de las Farc ni las nombran. Y como es común en los progres, todo lo llenan de eufemismos. Ya ni hablan de historia sino de “Memoria” y como la memoria es frágil, pues cualquier mentira es válida.
Estamos ahora más que nunca frente a la “Ventana de Overton”, aquella teoría que muestra cómo una idea absurda y difícil de vender como norma, se impone como única verdad si se siguen los pasos al pie de la letra. Las ideas impensables hace unos años (idolatrar a la guerrilla por ejemplo y satanizar a la policía), se asoman a la ventana del público y se ven aceptables gracias a la repetición de ideas en medios y en redes sociales.
La sobreexposición hace que ya no solo sean aceptables sino sensatas, pues al fin y al cabo lo dicen los medios. Y así hasta inundar la opinión pública y volverse popular para finalmente lograr su estatus político como única norma posible.
Un juego perfectamente sincronizado entre la tecnología que permite borrar el pasado, los portales dudosos que nos llenan de mentiras y la censura manual de las redes a comentarios políticamente incorrectos. Urge reescribir la historia actual pues nos está quedando mal contada.