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En los negocios, el éxito suele considerarse el objetivo principal, pero para muchos líderes, es un efecto secundario de perseguir con pasión un propósito claro. Este enfoque reemplaza la obsesión por los resultados inmediatos y prioriza la creación de valor, el impacto sostenible y la excelencia en la ejecución.
Steve Jobs, fundador de Apple, es un ejemplo emblemático de esta mentalidad. Más que liderar el mercado, buscaba transformar la interacción humana con la tecnología a través de diseños innovadores. Su obsesión con la integración de diseño y funcionalidad dio lugar a productos como el iPhone y el iPad, revolucionando industrias completas.
El éxito financiero y el reconocimiento global fueron consecuencias naturales de su enfoque en la innovación. De forma similar, Elon Musk fundó Tesla y SpaceX no para competir en mercados establecidos, sino para abordar retos globales como la sostenibilidad energética y la exploración espacial. Musk demostró que perseguir un propósito trascendental puede generar disrupciones y logros extraordinarios.
En un ámbito distinto, Ayrton Senna, el legendario piloto de Fórmula 1, aplicaba principios similares. Para él, el objetivo no era solo ganar, sino superar constantemente sus límites. Su legado trasciende los campeonatos: es su entrega al proceso y su búsqueda incesante de la excelencia lo que lo define.
Para los emprendedores, este enfoque es especialmente relevante. Según un estudio de Harvard Business Review, solo 10% de las startups sobreviven más allá de cinco años, y un número inferior logra escalar. En este contexto, quienes se centran únicamente en resultados financieros suelen perder de vista el propósito central de su empresa. En cambio, aquellos impulsados por una pasión clara encuentran la resiliencia necesaria para superar desafíos, adaptarse y generar valor duradero.
El primer paso es identificar un propósito: ¿qué problema se desea resolver o qué impacto se busca generar? Como dijo Aristóteles: “El placer en el trabajo pone perfección en la obra”. Reconocer esta conexión entre propósito y acción permite mantener el compromiso incluso en tiempos difíciles. Sin embargo, la pasión por sí sola no basta; debe complementarse con una mentalidad de crecimiento, adaptabilidad y capacidad de innovación. La evolución constante es clave para mantenerse competitivo y relevante en un mercado global.
En América Latina, empresarios como Carlos Slim y David Vélez ejemplifican este enfoque. Slim ha destacado la importancia de la visión a largo plazo y la capacidad de trabajo en cualquier circunstancia. Por su parte, Vélez, cofundador de Nubank, transformó el sector financiero al enfocarse en resolver problemas reales, afirmando que un propósito claro y la autenticidad son esenciales para conectar con los clientes y diferenciarse en mercados saturados.
En un mundo lleno de opciones, la autenticidad se convierte en un factor clave. Consumidores y socios valoran marcas con propósito y visión genuina. Como Richard Branson afirmó: “Si amas lo que haces y trabajas apasionadamente, el éxito llegará como consecuencia”. Este compromiso genera confianza, lealtad y resultados sostenibles. El éxito duradero no se mide solo en cifras, sino en el impacto positivo logrado a lo largo del camino.