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Analistas 18/11/2024

Ci-ego

Lewis Acuña
Periodista
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Hablar del ego es enfrentarse a un espejo que rara vez refleja una imagen verdadera. En Cartas para un ciego que creía ver -Reflexiones para comprender ese problema que llamamos “yo”-, Santiago Molano lo describe como “la idea que cada persona tiene de sí misma”. Pero esa idea, lejos de ser neutral, es la concepción que cargamos como un escudo, moldeado por las interpretaciones que hacemos de nuestra historia, hasta el punto de cegarnos. La consecuencia, según el autor, es la distorsión de la realidad: “Es como un velo que distorsiona todo lo observado y nos lleva cómodamente a concluir que lo que está sucio es el mundo y no los lentes con los que lo miramos”. Con esta sentencia, Molano nos obliga a mirar hacia adentro.

El ego, en su forma más engañosa, nos hace creer que somos víctimas de las circunstancias externas. Esta “ceguera sistémica”, como la llama, se convierte en una trampa que nos desconecta de la responsabilidad de nuestros actos y de la capacidad de transformar nuestra realidad. Actuamos como si el problema residiera fuera de nosotros, ignorando que el caos que percibimos es solo el reflejo de nuestras propias sombras.

Deshacerce de esa ilusión a través de la auto observación es la propuesta de Molano. Un proceso que no es simple ni cómodo: implica desarmar las narrativas que hemos construido sobre quiénes creemos ser. “Mientras esa ceguera siga gobernando nuestra percepción, la realidad no puede cambiar”, advierte. Pero ofrece un camino: desarrollar el observador interno, una posición de neutralidad que permita ver la historia sin identificarnos con ella. Desde este espacio de lucidez, dejamos de reaccionar de forma impulsiva y aprendemos a responder con consciencia.

El texto no se queda en el diagnóstico, sino que abre la puerta a la transformación. Abandonar el ego no significa renunciar a uno mismo, sino soltar el control que este ejerce sobre nuestra visión del mundo. En lugar de exigirle a la realidad que se acomode a nuestras expectativas, la aceptamos como es. Solo entonces, sugiere Molano, podemos liberar la energía atrapada en el sufrimiento y encontrar la paz que reside en el presente.

"El ego es como un velo que distorsiona todo lo observado y nos lleva cómodamente a concluir que lo que está sucio es el mundo y no los lentes con los que lo miramos." La claridad no se encuentra afuera. Siempre ha estado, paciente, esperando a que ajustemos los lentes y la veamos en nue

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