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Analistas 02/12/2024

Luca para el alma

Lewis Acuña
Periodista
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Luca parecía estar destinado a la calle. Su mirada profunda, a mendigar alimentos en las veredas y vías de Turmequé, Boyacá, si lograba sobrevivir lo suficiente. Su raza, weimaraner, es genéticamente reconocida por la dependencia de un amo. Hacen parte de los perros que más sufren de ansiedad por separación. Era parte de una camada nacida en casa de unos campesinos que lograron vender algunos de sus hermanos, pero que ya no podían mantenerlo por mucho tiempo. La solución de sacrificarlo, soltarlo en las calles del pueblo o encontrar quien lo adoptara, estaban sobre la mesa, pero una vida digna, llena de amor y compañía, parecía ser la opción más difícil. Aunque ese resultó ser su destino.

“Ame a Luca desde la primera vez que lo vi. Sin pensarlo, me dediqué por completo a él, algo que es importante tener en cuenta porque un perro es un bebé desde que nace hasta que parte de este mundo. Es un ser indefenso que depende cien por ciento de su amo. Es una conexión instintiva que nace al primer contacto, y un amor que crece y se apodera de ti” escribe José Luis Uribe Ochoa en su libro “Junto a Luca”. Él fue el “quien” y han pasado 9 años desde el feliz destino que los salvó. A Luca de un destino trágico y a José Luis de una vida quizá enmarcada en la melancolía y el dolor. El perro llego a darle su patita de apoyo y él escribe ahora este libro sobre “porque el amor por tu mascota puede ayudarte a salir de extremos emocionales”.

El libro es una anécdota conmovedora. Un ejercicio de conciencia y gratitud hacia esos compañeros que, como lo escribe Uribe, “viven en el presente y nos enseñan a hacerlo también”. Su relación con Luca es la excusa en el libro para entregar una guía sobre descubrir en nuestras propias relaciones con los animales la capacidad de sanar y reconstruirnos. “Cuando murió mi mamá, Luca estaba ahí, mirándome con esa expresión que parecía decirme: ‘Estoy contigo”. Estos momentos, que para muchos podrían ser simples coincidencias, para el autor son pruebas tangibles del poder que estos animales tienen para acompañarnos en nuestras crisis emocionales mas profundas.

“Muchas veces me preguntan: ‘¿Qué vas a hacer cuando Luca se muera?’ Y lo que he aprendido de él es a vivir el momento, a no estresarme por lo que todavía no ha sucedido y si uno se pone a pensar en ello, pues, o sea, no salgo de mi casa de la tristeza” dice José Luis. Los weimaraner tienen un promedio de vida entre los 11 y los 14 años. El destino de Luca es ser amado y amar hasta el último de sus días.

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