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En las campañas regionales escuchábamos muchas propuestas sobre cómo iban a reactivar la economía las regiones, para generar empleo y proteger a los emprendedores y empresarios, de las políticas empobrecedoras del Gobierno Nacional.
En los primeros meses de sus mandatos, varios alcaldes y gobernadores, proactivamente, no han esperado la discusión de los proyectos de plan de desarrollo en los Concejos y las Asambleas, no han perdido el tiempo y han aprovechado las ventajas que hoy tienen para mover la economía local e impactar la economía nacional. En los meses de noviembre y diciembre del año pasado, han iniciado sus planes de 100 días, para ejecutar y no se han quedado mirando el espejo retrovisor y en reuniones de empalme.
Los preocupantes indicadores de la economía nacional van a sentir un corto, pero oportuno alivio gracias a estrategias públicas, innovadoras y prácticas descentralizadas.
Un ejemplo, es la condición de los empresarios que se encuentran ahogados de impuestos y algunos tienen deudas en las entidades territoriales. Indispensable ayudarles en el flujo de caja, la buena noticia es que ya la Secretaria de Hacienda de Bogotá, anuncio un proyecto de acuerdo, que les permitan obtener facilidades de pago con reducciones considerables en la deuda. Esa actitud de generosidad permitirá recuperar ingresos, que se reinvertirán en la ciudad.
Así mismo, el presidente Álvaro Uribe, con creatividad fiscal propuso una gran idea, donar $1 millón por cada antioqueño, para poder contribuir a las obras de infraestructura de la región. Quiero complementar la idea, proponiendo que ese millón, además de ser una donación, a cambio se entregue al donante, un bono o certificado, que tenga la característica de título negociable y pueda utilizarse para el pago de tributos departamentales o municipales, a largo plazo, que sean emitidos por las respectivas secretarías de Hacienda.
Varios gobernantes ven indicadores de variación en los precios de los alimentos y desde las ciudades, han empezado a buscar soluciones, en las cadenas de abastecimiento. Recomiendo, solucionar el gran impacto del impuesto nacional a los alimentos ultra procesados y bebidas azucaradas, que ha afectado el bolsillo de las familias, disminuyendo los precios de todos los alimentos a través de los tenderos, permitiéndoles la reactivación de sus negocios con el régimen simple de tributación, el cual les da la posibilidad de vender sin IVA, usufructuando la tarifa del SIMPLE que incluye además del impuesto a la renta, el de industria y comercio, avisos y tableros, sobretasa bomberil, el IVA, trasladando todas esas ventajas al consumidor final.
El problema de la inflación, que nos ha restado capacidad adquisitiva, nos debe llevar a diversificar y generar ventas de la producción local en el exterior. Por eso, hemos visto, cómo en diferentes ciudades los alcaldes, han visto a los aeropuertos en sus grandes aliados. Sugiero establecer un programa de internacionalización de las regiones, ayudando a los empresarios a vender sus productos en Estados Unidos, esto a través de envíos pequeños de productos locales (minimis) hasta por US$800 sin el pago de impuestos y aranceles. Creando rutas criticas y aprovechando las zonas francas.
Indudablemente, ya se están preparando incentivos tributarios que generen eficiencia, y por qué no pensar en ir avanzando en la factibilidad y viabilidad de un banco de Obras por Impuestos por ciudad que genere reactivación económica y empleo, y luego incorporar en acuerdos y ordenanzas las mismas facultades establecidas en el artículo 800-1 del Estatuto Tributario Nacional, con el fin de poder optar este medio de pago en especie. Todo, para que empresarios que sean contribuyentes de los impuestos predial o de industria y comercio, hagan inversiones directas en la ejecución de proyectos de trascendencia económica y social, que sean definidos por las ciudades, por barrios o localidades, relacionados con adaptación al cambio climático, gestión del riesgo, tecnologías de la información y comunicaciones, infraestructura de transporte, productiva, cultural, deportiva y que contribuyan a la reactivación económica.
Hasta junio de 2024, se tendrán aprobados los planes de desarrollo, y días después las armonizaciones presupuestales, cuando desde ya se pueden empezar a dar soluciones, como lo vemos con mandatarios espabilados.