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El senador Guido Echeverry, en línea con la iniciativa de la representante a la cámara por Bogotá, Jennifer Pedraza, citó a la ministra de Ciencias Yesenia Olaya a un debate de control político el pasado 24 de septiembre para que respondiera un cuestionario que demostraría, como le indicó el Senador a Olaya que “su ministerio es un desastre”. Esta columna ha realizado continuas denuncias sobre la forma en que la señora Ministra administra, usando el nepotismo, la puerta giratoria, y particularmente el acoso y la intimidación a los servidores de MinCiencias, llevándolos incluso a la muerte como podría demostrar el caso de Elizabeth Orjuela. Por fortuna la justicia va llegando en el Juzgado 22 laboral del distrito judicial que sentenció a MinCiencias por violación de derechos sindicales. En esta ocasión la columna presenta los asuntos clave de mi intervención en debate a la ministra en Comisión VI del Senado de la República.
La ruta trazada por la Misión de Sabios de 2019 no aparece en la gestión de Olaya. Adicional a materializar un riesgo que advierte la Misión en “descuidar la ciencia básica” y en no “financiar investigación de frontera (ni) construir al tiempo amplios vínculos internacionales”, convocatorias como la 960 que direcciona recursos a una universidad privada, o la contratación a dedo de las cámaras de comercio de Tumaco, Buenaventura y Chocó para financiar proyectos de aguardientes, arepas y morcillas, o lo ajustado de los cronogramas en las convocatorias con el fondo Francisco José de Caldas, que para el caso de ColombIA Inteligente, no da el tiempo suficiente para presentar propuestas de calidad y envergadura, o la no publicación de la convocatoria 36 denominada megaproyectos por valor de $500.000 millones de regalías, y en general el incumplimiento del plan bienal para la ejecución de esos recursos, evidencian su pésima gestión.
Existe una descoordinación con otros ministerios como evidencia el caso de las políticas desarticuladas en inteligencia artificial con MinTIC. MinCiencias financia emprendimientos usurpando las competencias de MinCIT y realiza acciones para la formación de cultura científica, lo cual celebro, pero esto es una tarea del MinEducación. En vez de ello debería impulsar la creación del Instituto Superior de Investigación en Educación y Alta Formación de Maestros (Iesi) como lo propuso la Misión de Sabios.
La Ministra se muestra pusilánime frente a los problemas de la producción científica y la depuración de Publindex. En lugar de evaluar los incentivos para la publicación -y las mafias que desfinancian la educación superior entre APCs, sueldos y recompensas- irresponsablemente privilegia el acceso abierto mientras le niega los recursos a Consorcio Colombia, y por tanto el acceso a precios justos para las universidades y centros de investigación a las bases de datos más importantes del mundo.
Finalmente subyace un problema de fondo y es delimitar qué es y qué no es ciencia, asunto que la ministra distorsionó en el debate con su idea miope del método científico, su desprecio a la publicación científica y sus confusas posiciones sobre epistemología, mientras alegaba una discriminación racista, clasista y machista en su contra. La ciencia tiene una institución claramente definida, en donde se valora independientemente de la raza, género o condición social, la contribución intelectual que logra demostraciones y pruebas que explican la realidad y facilita su entendimiento y predicción. La forma en la que sabemos, como indica Pierre Bourdieu y Robert Merton, que algo merece el nombre de ciencia, es cuando las explicaciones de la realidad están debidamente publicadas y puestas en circulación para su utilización, y es en la utilidad de ese conocimiento evidenciada en el tiempo donde encontramos su fiabilidad y valor. Y más allá del idealismo de ‘democratizar’ la ciencia esperando que la próxima Sophia surja de Tumaco como producto del programa Colombia Robótica de MinCiencias, nuestro problema es cómo hacer eficientes los cada vez más escasos recursos para la investigación en Colombia. Un dato: entrenar a ChatGPT-4 costó US$100 millones, esto es dos veces el presupuesto actual de MinCiencias.
En febrero de 2024 el filósofo Alexander Krauss del London School of Economics publicó un artículo en la revista Humanities and Social Sciences Communications, evidenciando que los grandes avances de la ciencia lo producen una élite de investigadores de las mejores universidades del mundo, hombres blancos con doctorado que promedian los 50 años y que colaboran de forma interdisciplinar. Sabemos que las billonarias inversiones en el Cern generan resultados que impactan campos como el tratamiento del cáncer -no los jugos de hongos raros de alguna ministra anterior- y que los resultados científicos de las élites se traducen en el progreso de las sociedades, como demuestra Daron Acemoglu del MIT en libros como ‘Why Nations Fail’ o ‘Power and Progress’. Más allá de invitar al senador Guido a “deconstruir su privilegio de hombre blanco”, la Ministra debería mirar cómo funcionan las dinámicas de la investigación y entender que la inversión en ciencia no es beneficencia.