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El reciente informe de la Contraloría ratifica el serio problema administrativo de MinCiencias. Los hallazgos fiscales superan los $10.000 millones. Sobresale la negligencia en el manejo del Fondo Francisco José de Caldas con un detrimento patrimonial de casi $7.000 millones. Es evidente la negligencia en temas tan básicos como manejo de cartera e intereses y la carencia de mecanismos de control para realizar los seguimientos y supervisiones propios de una buena gestión. Esto, sumado a la ejecución presupuestal más baja en 15 años -14% a la fecha- y la desidia de la ministra no solo en buscar más presupuesto para la ciencia en el Congreso sino la complacencia con la reducción de recursos que le hizo MinHacienda. La Representante a la Cámara Jennifer Pedraza lideró un control político sobre el tema en la comisión cuarta, pero la ministra soslayó los temas con el argumento woke de que la persiguen por su etnia, ascendencia, lugar de origen y género. Como advierte el filósofo e historiador de la ciencia Jean-François Braunstein, el efecto más nocivo de ese wokismo está en la búsqueda deliberada de la destrucción de ciencia que consideran occidental, hegemónica y hecha por el hombre blanco. Esa ciencia que tanto progreso ha traído a la humanidad y de la que Yesenia Olaya es una ferviente apóstata.
Pero ¿qué explica la decadente administración de la ministra Olaya? El filósofo chino del siglo II a.C. Mencius nos indicaba que un buen administrador es quien está al servicio de los demás, es humilde y sobre todo tiene un trato humano, bondadoso y respetuoso. La regencia del terror que al interior de la entidad ejerce la ministra más allá de la incapacidad técnica se advierte como la fuente de todos los problemas. Hay que investigar nuevos casos de maltrato como el de Nidia Copete, a quien tras volver de cuidados intensivos le pidieron la renuncia. La ministra crea un ambiente de estrés inhumano y busca endilgar a los funcionarios su incompetencia acusándolos de corruptos y con ello escudar sus problemas de autoridad. Saca convocatorias a la carrera y manda por todo el país cuatro o cinco personas descontextualizadas a leer de unas diapositivas los términos de referencia tratando de incentivar la presentación de proyectos en tiempos récord.
El pasado viernes 19 de julio presentando la convocatoria de medición grupos de investigación, Olaya indicó que ha evidenciado en diferentes áreas del ministerio actos que rayan o se pueden considerar corrupción, y justifica que la demora en la ejecución de las regalías es porque ha encontrado convocatorias direccionadas y sin relación con la CTI. ¿Y no es acaso al contrario? Tenemos ejemplos tan evidentes como la contratación directa que hizo la ministra con las Cámaras de Comercio de Buenaventura, Chocó y claro, su natal Tumaco, para temas propios de otras carteras. De hecho, hay que investigar el direccionamiento que hace de recursos a Tumaco, con iniciativas que son ajenas a las lógicas de la inversión en ciencia y tecnología como la Casta Atrapasueños -por no recordar los proyectos de aguardientes y morcillas-. También recalco las denominadas asambleas científico-populares que solo sirven para aunar bodegas clientelistas a los intereses constituyentes de su patrón. Finalmente hay que entender que hay un detrimento del patrimonio público más allá del financiero: el buen nombre y la reputación de MinCiencias bajo la administración de Olaya está sufriendo sus peores consecuencias.
Esperemos que los tres hallazgos de incidencia disciplinaria de la Contraloría tomen buen rumbo, así como las denuncias de falsedad en su hoja de vida. Si la ministra no tiene disposición de entender que tiene a su cuidado un patrimonio público, el dinero de todos los colombianos y la honra de las entidades del estado sí es deber del ministerio público y el Congreso de la República intervenir y seguir cuidando la dignidad de la nación y sus instituciones.