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El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Arturo Luna, conocedor del tema, ha puesto en claro los criterios para el impulso de la investigación en el país. Lo cual es de vital importancia, pues concreta las reglas del juego para que las universidades puedan acceder a la financiación estatal que está prevista en la Constitución Nacional en su artículo 69: “… El Estado Fortalecerá la investigación científica en las universidades oficiales y privadas y ofrecerá las condiciones especiales para su desarrollo”. Las reglas de juego, son de distinta índole y se inspiran en dos grandes fuentes: la experiencia del sector y lo segundo en los objetivos del nuevo Plan de Desarrollo del país.
La gran sombrilla son las misiones y los retos que a cada una le han asignado. En la misión de Bioeconomía y Territorio, se espera aprovechar el conocimiento, conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, sus bienes y servicios ecosistémicos. En segundo lugar, en la misión de hambre cero, se espera garantizar la Soberanía Alimentaria y el derecho a la alimentación. En tercer lugar, en la misión de Transición Energética, se propende por asegurar la generación, acceso y uso de energías sostenibles. En cuarto lugar, en la misión de Autonomía Sanitaria, se busca garantizar la seguridad sanitaria, la salud y el bienestar de la población en el territorio nacional.
Finalmente, en la misión de Ciencia y Paz, se propende por poner fin a todas las formas de violencia en Colombia. De otra parte, se establece un sexto reto desde el Plan Nacional de Desarrollo que busca la convergencia Regional y Ordenamiento Territorial. Hay entonces seis retos muy definidos. Algunos echaron de menos que no se tuviera uno explícito sobre educación, sabiendo que es un gran apalancador del desarrollo, quedará como tarea transversal.
Se anuncian 4 tipos de convocatorias: Proyectos de orden local, otros de orden regional, otro de asignación ambiental y finalmente los llamados estratégicos nacionales. Todos inspirados en lo que se llama ciencia abierta, que implica pasar por la apropiación social del conocimiento y la comunicación abierta. Con un presupuesto cercano a los 3 billones de pesos. Que se distribuirá en grandes proyectos, siguiendo con la interesante y positiva experiencia que inició en Colombia el gobierno de Santos con Colombia Científica.
Se trata de grandes programas que buscan articular muchas entidades, por lo que es clave la posibilidad de establecer alianzas que generen conocimiento de alto impacto. Así pues, no habrá pequeños proyectos, sino grandes y complejos. Es muy importante que se establezca que las universidades con amplia capacidad y experiencia investigativa se articulen con otras de menor capacidad y frágil experiencia para poder desarrollar todo el sector.
Se espera que las convocatorias sean mucho menos que el pasado. Bien lo explicaba el ministro al señalar que la administración de un proyecto pequeño implica casi el mismo desgaste administrativo y burocrático que un programa grande. Se hablaron de unas 8 convocatorias.
El gran indicador es el de la participación de los dineros destinados a Investigación y desarrollo, que se espera que lleguen a 0,57%. Muy lejana a la de países con mayor desarrollo, pero ya implica un mejoramiento con relación a la tasa actual que en promedio de inversión de 0,3% del PIB Colombia en los últimos años y que está por debajo de la inversión media de América Latina y el Caribe que llega a 0,5% del PIB. Buscaremos acercarnos al promedio. La meta, positiva sí, pero no tan desafiante. Por ejemplo, Brasil tiene una tasa de 1,2% del PIB para investigación, cuatro veces la de Colombia.
En suma, las universidades para prepararse para las convocatorias, que serán pocas, requerirán foco en las misiones y los retos propuestos. Y las instituciones deben empezar a organizar profundas alianzas interinstitucionales.