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Analistas 16/07/2024

La metáfora del fútbol

Luis Fernando Vargas-Alzate
Profesor titular de la Universidad Eafit
LUIS-FERNANDO-VARGAS

Resultó infortunada la final de la Copa América 2024 en territorio estadounidense. A pesar de ser Colombia la selección de fútbol que mejor expuso el talento y la estrategia a lo largo de la competición, se quedó con el segundo lugar. La Selección Colombia es subcampeona de América, y la final la perdió con Argentina, el campeón del mundo.

Así, de cualquier manera, se está ante un logro inmenso. No existen razones para demeritar ese subcampeonato obtenido por nuestro país. Al contrario, el papel de Colombia en la Copa América es totalmente plausible. El camino para llegar a este punto fue largo y trabajado esmeradamente por todas las personas que hoy se enorgullecen de ver el resultado.

Colombia ha sido un país con una historia singular. Aunque podría señalarse que la nación es particularmente violenta, dado que se forjó a partir de una seguidilla de guerras civiles y confrontaciones entre grupos de poder, en realidad resulta exagerado e inadecuado otorgarle al país esa connotación. La sociedad colombiana se ha caracterizado por su deseo de salir adelante ante las adversidades y superar los constantes escollos que a diario aparecen en sus labores cotidianas.

La Selección Colombia es un poco de todo eso que la nación colombiana posee. A pesar de la gran adversidad que fue quedarse por fuera del Mundial de Qatar (2022), y de las críticas y reclamos que se hicieron a la Federación Colombiana de Fútbol por tal episodio, ésta supo reestructurar su esquema y emprender un camino diferente que hoy la tiene en una posición de respeto y reconocimiento. Lo alcanzado podría ser utilizado metafóricamente para avanzar en tantos pendientes que se tienen como sociedad.

Actualmente el país sigue inmerso en un escenario ralentizado por el “tira y afloje” de las fuerzas políticas y por un Gobierno que, en lugar de calcular más estratégicamente sus movimientos, se decide cada vez más por un absurdo fundamentalismo social que lo aleja de las posibilidades reales de sacar adelante las reformas estructurales que necesita el país. A partir de este episodio en el que el país entero se unió ante un solo propósito (alentar y disfrutar el fútbol de la Selección Colombia), la clase dirigente, pero sobre todo el Presidente de la República y su gabinete ministerial, deberían actuar de manera similar. Es menester unificar criterios, con el acompañamiento de todas las fuerzas políticas y sociales, en procura de logros comunes.

Este momento de gloria futbolera y de festividades en todos los rincones de Colombia debiera servir para pensar y repensar los caminos que lleva el país. Así como la Tricolor logró imponerse con categoría ante un camino adverso que le trazó la Conmebol desde el mismo “sorteo” de la Copa que estuvo a punto de ganar, los líderes políticos, sociales, económicos y de toda índole con los que cuenta Colombia, debieran estar a la altura que amerita sacar a flote a una nación con cincuenta millones de habitantes.

Este impulso dado al país desde la gloria alcanzada por el equipo nacional debe servir de aliciente para que esa unión y entusiasmo que lo caracterizó en las últimas tres semanas, se prolongue y sirva de sustento para alivianar las dificultades y trabajar de manera corresponsable en procura de la Colombia que todos anhelamos, con oportunidades para quienes nunca las han tenido, pero al mismo tiempo, preservando los grandes pasos que se han dado como colectividad.

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