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Aunque ya se habló, escribió y debatió a profundidad sobre los nefastos resultados de la medición aplicada a los estudiantes de la Básica Secundaria y Media Académica en Colombia, bien vale la pena diagnosticar responsabilidades, con objeto de visualizar estrategias de cambio y que también los estudiantes sean conscientes de su compromiso.
Si bien las pruebas Pisa (Programme for International Student Assessment) parten de ser un ejercicio sobre una muestra de la población, hay que anotar que se trata de una importante representación de la sociedad, que involucra a los estudiantes que se encuentran en proceso de cerrar el ciclo de la obligatoriedad educativa.
A pesar de notar que Colombia pudo ascender en relación con la calidad de su educación (en materia de cobertura, por ejemplo), la realidad también demuestra que la calidad en su educación se mantiene en retroceso o, al menos, en estancamiento. Yendo a lo específico, Colombia retrocede en matemáticas a los niveles de 2009, en lectura está solo un poco superior a los de 2012, pero muy por debajo de los de 2015, y en ciencias se mantiene la tendencia de 2018, ubicada por debajo de lo alcanzado en 2015.
La foto es desalentadora y ello puede ser excusado por la Pandemia, y no sin razón, pero lo necesario es aceptar que se está ante un tema más estructural que de coyuntura. No se trata de culpabilidades, pero sí de responsabilidades, y en ello todos los actores de la sociedad son claros responsables de los resultados.
Falla el Gobierno (local, regional y nacional) y es responsable, porque la carencia de una política pública seria y correctamente estructurada en materia educativa ha llevado a que aún hoy no se valore tanto el proceso de crecimiento intelectual, como sí el resultado. Todavía sigue siendo más importante la respuesta que la pregunta y eso está reformulado hace tiempo.
Falla el sistema y es responsable, porque por más que los tiempos han cambiado y que las sociedades han evolucionado, se sigue trabajando bajo el postulado central de la repetición y la memorización como eje fundamental del aprendizaje. A pesar de las buenas intenciones de transformar dicho sistema, éste prevalece y lleva a los estudiantes constantemente hacia una marcada aversión frente a los procesos educativos. El aprendizaje experiencial sigue siendo exclusividad de un limitado sector de la sociedad.
Fallan las familias (padres de familia) y son responsables, porque se sigue presentando la visión generalizada de entender en el colegio o la escuela a una institución que ocupa a los hijos y los “entretiene”, desatendiendo que la educación de un individuo es un proceso de complementariedades.
Fallan los estudiantes y son responsables, porque los casos de personas que trabajan para y por el aprendizaje son escasos. El placer intelectual es algo exótico, mientras que pasar por el colegio se ha convertido en un trámite.
Fallan los maestros y son responsables porque, aunque existan excepciones admirables, en general han evadido que se les evalúe y se haga seguimiento a su actividad, ubicándose en una zona de confort sin contar incluso en muchos casos con las capacidades para el ejercicio.
Y falla la sociedad y es responsable, porque no ha otorgado el estatus que se merece a la educación. En general se sigue entendiendo como un proceso más. Y por ello Colombia está llena de analfabetas funcionales, que no leen, ni escriben y casi que ni hablan. En este sombrío panorama de las últimas pruebas Pisa, otra vez, todos somos responsables.