Walt Disney

Este año se conmemora el aniversario número 100 de la compañía de entretenimiento más grande, sólida y jovial del planeta. Walt Disney, como firma, se trazó la misión de entretener, informar e inspirar a personas de todo el mundo a través del poder de una narración única, encargada de reflejar marcas icónicas, mentes creativas y tecnologías innovadoras que le han catapultado como las más grande en su género. A pesar de los difíciles tiempos, la compañía ha sido un ejemplo perfecto de transformación y adaptación en función del éxito.

En ese siglo de logros notables, otros detalles se han percibido. Todo comenzó con Alicia en el País de las Maravillas en 1923 (Alice’s Wonderland), en una versión de cine mudo, mezclado con fotografías y animaciones. En octubre de ese año, los hermanos Walter y Roy Oliver Disney empezaron a trabajar estratégicamente para convertirse en empresarios y pioneros en la industria del cine y la animación, para entonces con muchas limitaciones. Sin embargo, desde ese momento se presentaron múltiples dificultades. Walter, por ejemplo, ya se había declarado en bancarrota, justo el mismo año de emprender esta fantástica historia de un siglo de duración.

Así despegó la compañía de mayor impacto en el sector del entretenimiento a nivel mundial. Desde los años 20 del siglo pasado (consolidándose con la creación del Ratón Mickey, en 1928) se avanzó a pasos descomunales hasta lograr convertirse en lo que es hoy: un impresionante conglomerado con presencia en toda la cadena de entretenimiento global en la industria del video. Desde televisión por cable, abierta, On Demand (o PPV -Pague por Ver), hasta las más ágiles y exóticas tecnologías y plataformas creadas en la internet, Disney permeó la vida corriente de los habitantes de este mundo. ¡Quién no ha gozado, al menos con una película de Disney!

Sin embargo, no siempre todo fue positivo. Hubo diversos problemas y asuntos delicados. La marca se utilizó en variados contextos, pero no siempre salió airosa. Y precisamente en esos tiempos convulsionados se criticó profundamente a la compañía por servir a los propósitos de la geopolítica global. Ver á Mickey Mouse enlistándose en la Guerra de Vietnam (a manera de protesta), o participando de uno u otro bando en conflictos periféricos de la Guerra Fría fue algo que gradualmente se normalizó, pero que no todos aceptaron.

Particularmente, los dibujos animados de Disney aparecieron actuando y apoyando a actores políticos que en las confrontaciones bélicas rivalizaron. Es decir, los comics se vendían al mejor postor. Un día eran aliados, pero al otro se tornaban antagonistas.

Hay certidumbre de haber utilizado al Pato Donald, Bugs Bunny y Mickey Mouse para que parte importante de la población tomara una posición categórica en favor de Estados Unidos (y los Aliados) durante la Segunda Guerra Mundial. Otros dibujos animados fueron utilizados por otros actores del Eje (Roma-Berlín-Tokio). Así, y con la evidencia que alrededor de 47% de los cortometrajes realizados por Disney entre 1942 y 1947 se relacionó con la guerra, es constatable que además de referirse a una industria del entretenimiento, también se trata de un mecanismo que va mucho más allá de divertir a las personas. El ejercicio ha sido cómo lograr influir en sus comportamientos.

Hoy, claramente en el ámbito de la animación hay que competir fuerte para obtener reconocimiento. Cada vez hay más opciones, mientras el público es más exigente. Al tiempo, se observa que hay múltiples fuerzas detrás de la industria, logrando que sus personajes expresen ideas que a determinados acwtores les convenga o, contrario a ello, les resulte inadecuado. Con el advenimiento de las nuevas tecnologías y estrategias de comunicación, sigue siendo una posibilidad acudir a este atractivo sector del mercado global del entretenimiento para tomar ventaja de las circunstancias. De ahí que al público le corresponda discernir.