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Estamos como estamos, pues el país ha sido indiferente por más de medio siglo, al permitir que los revolucionarios convertidos en sanguinarios criminales en búsqueda del poder opten por una lucha violenta contra la sociedad, la legalidad, las libertades y la dignidad humana, cometiendo secuestros, violaciones y homicidios totalmente punibles, innecesarios e injustificados.
El libro, ‘Gloria Lara “Flor de la Esperanza”’ de Luz María Echeverri Lara, narra la historia de la vida y obra de trabajo social de su madre quien, con auténtica vocación de servicio comunitario, llevó asistencia a los más necesitados, trabajando con todas las acciones comunales y con las comunidades indígenas de todo el país.
Documenta fielmente su tortuoso secuestro y vil asesinato, y la forma en que los medios, el gobierno, algunos políticos y jueces del momento incidieron, logrando la fuga del país de quienes cometieron este horrendo magnicidio y cobarde feminicidio. Fue víctima del odio, envidia y resentimiento de grupos terroristas como algunos de los que hoy impunemente están en el poder.
Gloria, apoyada por su marido y sus hijos, dedicó buena parte de su vida y pecunio al servicio desinteresado a la comunidad. Por ello, la gente la adoraba y en noviembre de 1982 más de 70.000 comunales e indígenas de todo el país, la acompañaron el día de su injusta partida.
Ante la impotencia que causa la falta de castigo, piensa uno con dolor en todas las víctimas de la violencia a las que se les ha negado la verdad frente a tantos crímenes de lesa humanidad que ha ignorado y dejado impunes la politizada e ideologizada justicia colombiana.
Tristemente, el país abandonó todo el trabajo social que se hacía desde la base liberal, donde Gloria Lara fue una líder que, sin aspiración presidencial, ni parlamentaria, murió sacrificada por quienes dicen defender el pueblo.
Al mirar el pasado y comparar, se concluye que, con muy contadas excepciones, los actuales líderes gremiales y los personajes públicos dedicados a la política, dan vergüenza, pues ninguno demuestra con hechos verdadera voluntad de servicio social.
Hoy la gran mayoría de funcionarios y candidatos a cargos públicos, solo viven para rendirle culto, homenaje y engreimiento a su propia vanidad colmada de falacias y ansiedad figurativa, en un mundo digital tan superfluo como lejano a la realidad y problemas de la gente.
Y al revisar la chorrera de 42 nombres encuestados por Guarumo, no hay uno sólo de los presuntos aspirantes mediáticos a la Presidencia de la República, que se dedique a hacer trabajo social y que le ofrezca soluciones reales y tangibles a los problemas de los ciudadanos que quieren representar.
Hablan bellezas, pero ninguno hace nada en materia de nutrición infantil, medicina preventiva, diagnósticos, medicamentos, tratamientos ambulatorios, techo, asistencia legal, ni coordinan programas comunales de autoconstrucción y autofinanciación, ni de capacitación técnica o educación. Hoy ninguna figura pública le dedica un recurso propio o privado, a proyectar y manejar bien un municipio o una cooperativa sin burocracias ni contrataciones dudosas.
Hoy los políticos sólo le dan al pueblo discursos, trinos, entrevistas faranduleras, fotos y videos. Invierten cantidades exorbitantes en su rating, lo suyo es sólo elegirse para poder medrar del reparto del erario y del bazar de la contratación estatal.
Mira uno en los partidos y no hay filtros de idoneidad para dar los avales, tampoco hay nada de ayuda a las comunidades, ni siquiera alfabetización digital, inglés o costura, pero sí ve uno cómo Fecode y los Comunes (Farc-EP) gastan fortunas en comerciales de radio y televisión.
El país está multipolarizado de forma extrema y plagado de vanidades e individualismos públicos y privados. Respetuosamente excluyo algunos pocos políticos y empresarios que hacen un gran trabajo social silencioso; responsabilidad que no se expande a los gremios que los representan.
Tristemente no se ve un líder que represente a ese 90% de la población que está mamada de los partidos y de los políticos, y hastiada de unos cuerpos colegiados, un administrativo y una justicia, ideologizados, corruptos o tan políticamente correctos que resultan totalmente inoperantes.
Como lo hizo Gloria Lara, y a pesar de que muchos sólo se valen de denigrar de su persona para ellos poder figurar, aquí el único con que mucha gente se identifica es con Uribe, por su forma de ser, auténtica, sencilla y directa, porque que llevó la mano protectora y auxiliadora del Estado a las regiones en sus Consejos Comunitarios.
Necesita Colombia dejarse ya de tanto liderazgo digital individualista de postín, y con urgencia formar movimientos comunitarios que se fundamenten en hacer trabajo social como única forma real de luchar unidos por la recuperación de la libertad jurídica y económica, tan machacadas por el clientelismo, la politiquería corrupta y el totalitarismo narcoterrorista del socialismo siglo XXI.