MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Ahora resulta que el acuerdo de paz firmado con las Farc en 2016 trae, como si fuera un esotérico texto medieval, una clave escondida para convocar una constituyente. Y Álvaro Leyva, el iniciado en estas artes ocultas nos acaba de ofrecer la llave para su materialización.
Esto, por supuesto, es el delirio de un octogenario al borde de la locura, si la definimos como lo hacía Einstein: hacer lo mismo una y otra vez esperando un resultado diferente.
Porque los largos años de negociaciones con las Farc en Cuba fueron precisamente para acordar NO hacer una constituyente. Ese fue el quid de asunto. Leyva, en su calidad de asesor espiritual de la insurgencia, lo sabe muy bien.
La desmovilización de las Farc se centró en el respeto por el marco constitucional vigente. El acuerdo final nunca se concibió como una carta blanca para refundar la patria. Las reformas y sus mecanismos de implementación, cualesquiera que fueran, serían tramitados a través de las instituciones correspondientes. El congreso y las cortes tendrían la última palabra.
Al final del día la implementación se ha venido dando, con todos los altibajos esperados en una democracia liberal como la colombiana. Hasta en el gobierno de Duque, que no era muy simpatizante del proyecto, se dieron importantes avances.
Está conduciendo al país al abismo para cumplir su profecía
Inventarle un alcance constituyente al acuerdo de 2016 es grotesco y, además, contraproducente para los fines de la paz. El ciclo de participación en los diálogos con el ELN recientemente anunciado queda irremediablemente contaminado por el fantasma constituyente que el mismo Petro ha desatado, así los agentes del gobierno en las mesas de negociación salgan a desmentirlo.
El Presidente sigue montado en el galimatías del llamado “poder constituyente” y es bien sabido que el ELN desde hace décadas ha condicionado los diálogos a la celebración de su “Convención Nacional”. El creciente escándalo de los sobornos a miembros del congreso es solo un abrebocas de hasta donde están dispuestos a llegar para cumplir sus fines.
La propuesta de Leyva, ratificada por Petro en su cuenta de X, confirma que este gobierno quiere instrumentalizar la paz para imponer su agenda y, muy seguramente, para perpetuarse en el poder. Cuanto el presidente afirma que “el papel histórico del congreso” es tramitar la convocatoria a una constituyente “si no, el poder constituyente, tarde que temprano, lo hará” nos está notificando de una ruptura institucional patrocinada desde las más altas esferas del poder.
Es hora de tenerse fino. El presidente Santos le advirtió a Petro que si insiste en su idea una constituyente por fuera los canales institucionales se chocará con el mismo congreso, con las cortes y, ojo, con las fuerzas armadas. Freud diría que el actual presidente de Colombia manifiesta en su psiquis una severa pulsión de muerte. Está conduciendo al país al abismo para cumplir su profecía de fracaso y convertirse en una víctima perenne. Como lo fueron Allende, el Che o Getulio Vargas. Mal haríamos los colombianos en dejarnos arrastrar al vacío con él.