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Analistas 19/06/2024

¿Bloqueo institucional?

El tal “bloqueo institucional” solo existe en la mente de Gustavo Petro, ya sea por delirio de persecución o porque lo explota para promover sus antojos autocráticos. O tal vez por las dos razones.

El balance de la legislatura que culmina lo confirma. Algunas de las leyes promovidas por el gobierno fueron aprobadas por el congreso -inclusive de manera inconstitucional- otras están en curso y un par fueron archivadas.

Después de dos años de aprendizaje los activistas que ahora nos gobiernan deberían estar al tanto de que en las democracias liberales las propuestas legislativas del ejecutivo se cuestionan: es el propósito de la separación de poderes.

Petro ha intentado construir la falacia de que su mandato presidencial confiere, como las tabletas de Moisés, una orden divina que debe ser acatada sin resquemores por parte de todos presentes. Cualquier alteración a los textos sagrados que emanan de la presidencia de la república constituye una herética traición a la voluntad iluminada.

Esta intransigencia fundamentalista hace que el ejecutivo se vuelva su propio peor enemigo. El año pasado, cuando tenía una coalición seria, decidió impulsar su reforma a la salud sin ceder en una coma. El resultado fue la renuncia de los ministros moderados y la implementación de las quiebras chu-chu-chu en el sector cuando el congreso rechazó la monstruosidad.

Aleccionado temporalmente por el revés, para rescatar esta legislatura decidió intentar algo de flexibilidad. Concertó una reforma a la educación que respetaba el balance público-privado y cuando Fecode se le encabrito se echó para atrás. El resultado es que quedaron dos ponencias, la de la oposición que era la antigua del gobierno y la de ahora del gobierno, que no tiene los votos. La solución anti-salomónica será partir el bebé en dos con la resultante muerte de la criatura.

Algo parecido ocurrió con la reforma pensional. La iniciativa estaba enterrada hasta la concertación en el senado, que permitió su resurrección. Sin embargo, el susto de que el trámite en la plenaria de la cámara trajera ajustes adicionales que disgustaran al caudillo llevó a los corifeos gubernamentales a pupitrear, no la ponencia de cámara, sino el texto que venía del senado. Esta travestía procedimental garantiza que la corte constitucional tumbe la reforma por violación al principio de publicidad.

El petrismo tiene como acto reflejo hacer oposición, así ocupe el poder. Hay que hacer daño por principio, aunque sea a uno mismo. El esquizofrénico comportamiento sirve, en cualquier caso, para la victimización. La idea es sostener la ficción del “no me dejaron”, formula que tiene un doble propósito. Por un lado, blanquear la incompetencia del gobierno y, por el otro, mantener viva la llama del resentimiento.

A todos los gobiernos les han tumbado leyes importantes, pero este dirá, cuando ocurra el suceso, que el sistema está bloqueado y que la única solución es convocar una constituyente. En este gobierno ha quedado claro que el objetivo no es resolver problemas sino perpetuarlos.

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