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Analistas 14/08/2019

¿Debería renunciar la ministra?

Ya sabemos que la ministra de Transporte [introduzca una palabra de su preferencia. Estas son algunas sugerencias: lideró, supo de, supervisó, participó en, conoció, le contaron de] una conciliación entre la ANI y los acreedores de Consol, sociedad concesionaria de la Ruta del Sol II. De haberse firmado -y sobre esto hay dudas porque no sabemos qué tan concreto era el esfuerzo- el Estado colombiano hubiera sobre pagado algo más de $1 billón para terminar un litigio que tenía desde 2015.

Las voces de la oposición han sido rápidas en pedir la cabeza de la ministra. Al fin y al cabo, el fallo del Tribunal acabó condenando al Estado a pagar $211.273 millones, una cifra muy lejana a aquella planteada en la conciliación que se abortó. ¿Debería renunciar la ministra que, según esta narrativa, puso en juego $1 billón de los colombianos?

La respuesta es no. Una decisión no se debe calificar como buena o mala por su resultado, sino por el proceso mediante el cual se llegó a ella. Hay malas decisiones con buenos resultados y buenas decisiones con malos resultados. Un ejemplo de lo primero es el caso del señor que se juega la quincena al Baloto y se lo gana. La decisión de jugarse la quincena nunca es buena, aunque por suerte hubiera salido ganador en esa oportunidad. En cuanto al segundo caso, imagínese al padre que promueve que su hijo juegue al fútbol y en un partido tiene una concusión que lo manda al hospital. Hacer ejercicio es bueno para la salud, pero por circunstancias fortuitas es posible que haya accidentes.

En el caso del arbitramento de Consol había tres peritajes de reconocidas firmas -dos suministrados por los convocantes y uno contratado por los árbitros- que afirmaban que las inversiones del concesionario estaban entre $6,4 y $6,9 billones. Solo el interventor consideraba que las inversiones eran inferiores y las estimaba en $5,4 billones. Esto quiere decir que una decisión en contra del Estado por un valor muy superior al $1 billón era probable.

¿Qué era entonces lo prudente: evaluar una conciliación que redujera la contingencia o esperar una decisión que podía ser bastante onerosa?

Lo que equivale a jugar la plata de los colombianos en la ruleta es esperar al albur de una decisión judicial. Conciliar, por el contrario, reduce el riesgo. Algunas veces será necesario litigar, pero si se puede evitar es mejor hacerlo. Además, si se trata de esperar a que, en todos los casos, los jueces decidan, ¿entonces para qué cualquier conciliación?

Muchos abogados tienden a enamorarse de los pleitos. Por eso les cuesta trabajo hacer evaluaciones probabilísticas sobre los resultados de los litigios que los involucran. El caso de Consol, siempre fue considerado como uno de alto riesgo para el Estado. En este sentido, lo responsable era evaluar la posibilidad de una terminación anticipada vía acuerdo mutuo y no tener que someterse a una decisión que, por buena que hubiese sido para el Estado, también hubiese podido salir muy mal.

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