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El falso dilema es una falacia lógica. Consiste en argumentar que una situación puede ser una cosa u otra, solamente, cuando en efecto puede ser otras o muchas más. El falso dilema es común en el discurso político porque permite promover una particular visión de un problema planteando alternativas inaceptables. El truco consiste en hacer creer que la disyuntiva es la única posible y que, por lo tanto, se debe aceptar lo propuesto si no se quiere enfrentar algo peor.
Aunque los políticos de todos los pelambres son expertos en el uso de esta figura, útil para lograr que la gente apoye posiciones absurdas y equivocadas sin mucha reflexión, lo cierto es que el falso dilema es el arma retórica predilecta de la izquierda criolla. Esto les permite suplir su mediocridad intelectual con argumentos precocidos de simple digestión, como si se tratara de una pizza congelada empacada al vacío.
A continuación, algunos ejemplos recientes para demostrar que no exagero:
Metro subterráneo vs. Metro elevado: El petrismo les hace creer a los bogotanos que existe algo intrínsecamente diferente entre un metro que va debajo de la tierra y otro que no, donde solo el primero es el único y verdadero. Han sido tan hábiles en este propósito que han convertido una decisión técnica en un manifiesto político. Esto es ridículo. Los metros pueden ser subterráneos o elevados, y muchos son las dos cosas, como los de Londres, París y Nueva York.
Petróleo vs. Agua: Decenas de ONG recorren el territorio diciendo que si se explota petróleo se acaba el agua. Y sin agua no hay agricultura. Esto sirve para motivar la convocatoria de consultas populares inconstitucionales, que a su vez sirven para que algunos mandatarios extorsionen a las empresas y las ONG logren financiación internacional. La explotación petrolera y la minería son compatibles con el medio ambiente, como lo demuestra Canadá, Australia y Noruega.
Empresas vs. “Lo social”: Esta es una joya. Hace unos días escuché a un representante de la izquierda decir que el Plan Nacional de Desarrollo favorecía a las empresas y que por eso afectaba “lo social”. Quedé estupefacto: ¿desde cuándo las políticas pro desarrollo son antisociales? Solía ser que la creación de empleo y de riqueza era bueno para la sociedad y ahora resulta que atentan contra el bienestar de la gente. Vaya, vaya.
Condenar la dictadura chavista vs. Guerra con Venezuela. Apoyar los esfuerzos de la oposición venezolana en contra de la dictadura es un imperativo moral de cualquier demócrata. Esto no quiere decir -como lo afirman los criptochavistas colombianos- que se quiera la guerra con el vecino país. Sacar a Maduro es estratégico para Colombia, pero hacerlo por la fuerza es solo una remota posibilidad.
En 1834 el general Santander estableció que la nueva nación tendría como lema la libertad y el orden, dos conceptos al parecer contradictorios pero que en verdad son complementarios. Ojo con los falsos dilemas: muchas veces las cosas no son lo que parecen.