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No son capturados en una selva africana y transportados en barcos pestilentes a través del océano para ser vendidos en el mercado al mejor postor. Su vida no transcurre en las plantaciones, trabajando de sol a sol. Sin embargo, los médicos cubanos son la versión moderna de la esclavitud. Son seres humanos traficados para ser explotados sin misericordia por sus amos en La Habana, hasta que no puedan más o hasta que logren escapar, ya no hacia un palenque sino a los Estados Unidos, a recuperar su dignidad.
Recuerdo hace algunos años cuando un alto diplomático cubano me explicó el programa: te los mandamos -y lo decía tranquilamente, como si fueran mercancía- y ustedes nos pagan. Un giro directo a la agencia de empleo del régimen cubano, libre de incomodas prestaciones sociales, gastos pensionales y demás arandelas propias del derecho burgués. Solo es que me digas cuántos necesitan, me dijo. Era claro, por su entusiasmo, que la nueva línea de negocios que estaba promoviendo -la venta de seres de humanos con profesión médico- tenía inmenso potencial y que la clientela parecía ilimitada.
En Colombia hasta ahora habíamos evitado la tentación. Con algo de decoro nos habíamos resistido a intercambiar, digamos, café o petróleo por personas, como lo había hecho Venezuela, Brasil o Bolivia. O pagar dinero en rama para que el gobierno cubano saciara su hambre de divisas a costillas de miles de profesionales que sueñan con la oportunidad de escaparse de la isla para -¡qué paradoja!- buscar un mejor futuro en las favelas de Río o en los barrios de Caracas.
Los principales agentes comerciales del gobierno cubano en esta empresa son los líderes de la izquierda latinoamericana. En Colombia los Petros y los Caicedos, por ejemplo, quienes promueven la mercancía en un vergonzante ejercicio de sumisión ideológica, como una forma de probar que el sistema de salud colombiano es todo lo que dicen que es. ¿Qué mejor, entonces, que traer médicos socialistas para que nos curen de todos los males que la medicina capitalista no ha podido resolver?
Lo cual es una falacia, por supuesto. El sistema de salud cubano no es mejor que el colombiano y los médicos cubanos no son mejores que los colombianos. Así lo ha afirmado desde hace más de 20 años la OMS. Cuba puede que ofrezca una atención sanitaria básica que ha sido efectiva, pero no tiene ni la cobertura, ni la tecnología médica que tiene nuestro sistema (en términos absolutos Colombia dobla a Cuba en inversión en salud).
Por eso no se puede caer en la trampa de aceptar la presencia de los médicos cubanos. Poco o nada se beneficiarán las comunidades y es muy probable que el favor acabe siendo muy costoso, no solo en términos humanos. Regar médicos por el mundo le sirve al régimen castrista para lavar sus manos sangrientas, mientras explota a sus ciudadanos, como el más salvaje de los capitalistas.
Nuestro sistema de salud, imperfecto, pero universal e ilimitado, es de los grandes avances sociales del último medio siglo, no lo vendamos por un plato de lentejas.