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Analistas 08/08/2024

La plata de los demás

De tanto leer economistas franceses neo-marxistas (¿recuerdan ‘El capital en el siglo XXI’?), los funcionarios del gobierno Petro han perdido la razón: les ha dado por creer que aumentando los impuestos ilimitadamente aumentan el recaudo.

Esta fue la premisa de la fracasada reforma tributaria del ministro Ocampo. Subirles los impuestos a los ricos para distribuir a los más pobres era su objetivo esencial. Hasta Piketty se pronunció emocionado cuando conoció la iniciativa. El objetivo, quizás, era loable, pero el resultado ha sido devastador.

El Estado colombiano se ha engordado hasta la obesidad. Los pobres en cuyo nombre se lanzó la gesta siguen siendo más o menos los mismos pobres. Y el sector privado está asfixiado. El empleo poco crece y la deuda pública está disparada. Decenas de miles de contribuyentes pudientes se han ahuyentado del país. Con lo que se ahorran de impuestos pueden pagar una vida en el extranjero bastante cómoda.

Existe tal cosa como la llamada “curva de Laffer”, la cual, básicamente, establece que, a impuestos cero, recaudo cero. Y a impuestos de 100%, también recaudo cero. O, dicho de otra forma: llega un punto en que subir los impuestos no logra más ingresos, sino que los disminuye.

Einstein tenía razón cuando decía que un síntoma de locura era hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes. Ahora anuncian un elefantiásico presupuesto de $523 billones para 2025 -que equivale a 30% del PIB- el cual no está financiado. Ergo, vienen más impuestos. O sea, no pudiendo fondear el presupuesto de este año, porque el ingreso proyectado no se obtuvo debido a la postración de la economía, la solución para el año entrante es aumentar más el gasto y buscar más recaudo. Demencia pura.

El Presidente a donde quiera que vaya anuncia gasto público a borbotones. Nos dice que comprará un millón de hectáreas, que les dará pensión a los ancianos, que le regalará mesadas a los jóvenes, que construirá ferrocarriles por todas partes, que les dará salario a las madres comunitarias y que esparcirá el virus de la vida por las estrellas del universo.

Pero la realidad es que plata no hay, como dicen, y menos cuando el petrismo se ha encargado (i) de espantar a la inversión privada y (ii) de sofocar al sector minero-energético que es el que provee la mayoría de los recursos del Estado.

Lo mejor que el congreso podría hacer a estas alturas es rechazar el despropósito fiscal del ejecutivo. Bajo ninguna circunstancia debería montarse en la irresponsabilidad de aprobar el monto solicitado y menos aún ratificar el proyecto presupuestal y el paquete de aumento tributario que lo debe, por ley, acompañar.

El problema del socialismo decía Lady Thatcher, era que eventualmente se acababa la plata de los demás. En Colombia, donde hace rato el Estado gasta más de que lo tiene -y de lo que tienen sus ciudadanos- ha llegado el momento de pensar seriamente en hacer recortes. Antes de darlos el lujo de tener un Estado de bienestar debemos saber muy bien de donde salen los recursos para poderlo pagar.

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