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Como los toros de lidia resabiados, que se van a su querencia en la plaza cuando se sienten amenazados, Petro parece estar pegando para la suya ahora que el fin de su gobierno pinta lánguido e intrascendente.
Según los rumores la actual directora del Dapre -la reina tuerta en el gobierno de los ciegos- no tendrá un final feliz en la administración. Su sensatez y eficiencia quizás eran demasiada carga para un mandato que tiene como fundamento el caos.
La reemplazarán no otros de igual talante, que son siempre pocos y en este caso casi inexistentes, sino unos muy diferentes. Agazapados esperando el momento están las “camisas viejas” del movimiento. Los ex M-19, que llevan décadas esperando la tierra prometida, ahora con abultada la cintura, calvicie avanzada y presbicia persistente. No hicieron la revolución, pero harán el daño, como cuando asaltaban bancos en la tierna juventud. Estos vendrán por los cargos donde está el billete para custodiarlo con la consabida diligencia y probidad.
Entrarán a la cancha, también, las jóvenes promesas. No empuñaron las armas como sus ancestros, pero tienen especialización en lanzamiento de piedra, máster en grafiti y PhD en bloqueo de vías. Daniel Rojas, nuestro aguerrido Mineducación, es el prototipo: ignorante pero decidido.
Nada como el rifirrafe alrededor del Icetex para ilustrar el método. Primero, el cliché como política pública (“la educación es un derecho no un negocio”), seguido de un desconocimiento pasmoso de los problemas. El ministro se vino a enterar que la entidad era de su jurisdicción -y que presidía su junta- cuando le informaron que 200.000 estudiantes se quedarían sin cupo y que las universidades privadas se podrían quebrar. En línea con la desmesura ideológica que los caracteriza la solución no fue la gestión urgente de los recursos sino la presentación de un proyecto de ley para crear un utópico “Banco del Saber”. Su función principal, según parece, será cultivar dinero en los árboles para prestarlo a los emprendimientos cooperativos de los graduandos.
Entre viejos mañosos y jóvenes fanáticos el gobierno de Petro dará tumbos cada vez más desestabilizadores. La cosecha de esta legislatura será un acto legislativo que dinamita las finanzas públicas, una jurisdicción agraria que garantiza el conflicto en el campo y, tal vez, una reforma laboral anti-empleo. En la entrante los réditos de la choricera serán mayores, sin contar con los desmanes fabricados en los ministerios que han elevado la alcaldada al estatus de sublimidad artística.
Petro no será presidente después de agosto del ‘26 pero hará todo lo posible por seguir su demolición en cuerpo ajeno. Ya veremos si con un clon estilo Muhamad o Pizarro o con un petrista de ocasión como Murillo o Roy. No la tendrán fácil. Por mucho maquillaje que le pongan al marrano no podrá esconder la escandalera que se avecina. Como tampoco las secuelas de la mala gestión, incluyendo el desbarajuste fiscal de su creación. Es hora de que la oposición deje los rifirrafes y se remangue los brazos para empezar con la reconstrucción.