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Analistas 11/12/2019

La terna para fiscal

Por fin tenemos terna para fiscal, después de varios meses de interinidad. Valga decir que la demora no es culpa del Gobierno: tenía razón Duque en posponer la terna hasta que la Corte tuviera un mínimo de decoro y recompusiera su membresía, pero, cómo esto parece demasiado pedir, el Presidente se vio obligado a ternar sabiendo que pasará un largo rato antes de la elección.

A la terna le han caído dos críticas injustificadas. La primera, que se trata de una terna cercana al Presidente. Esta línea de ataque la han liderado algunas ONG, siempre dispuestas a torcerle el pescuezo a la Constitución para acomodar sus sesgos ideológicos. Se les olvida que el constituyente pretendió darle al Presidente preponderancia en la elección, es decir que el Fiscal fuera de las entrañas presidenciales. La propuesta inicial, de hecho, copiaba el modelo de los Estados Unidos donde el fiscal general es un miembro del gabinete. Para moderar el esquema gringo la constituyente introdujo la variante de la terna presidencial, que es única en la arquitectura constitucional colombiana.

La otra crítica es que la terna no tiene penalistas. Esta crítica la promueven ¡oh, sorpresa!, los penalistas, quienes quisieran ver a uno de los suyos (preferiblemente amigo) en la entidad. Esta crítica resulta bastante insulsa: es como decir que el gerente del hospital debe ser el jefe de cirugía, porque opera muy bien. Para dirigir una organización burocrática de 27.000 funcionarios se requieren más habilidades en gestión pública que en derecho penal.

En todo caso, el problema de la Fiscalía es su aterradora ineficiencia. Una cifra lo dice todo: 54% de los procesos acusatorios que adelanta la entidad acaban en sentencia absolutoria. Palabras más, palabras menos, la mitad de la gente que la Fiscalía acusa de un delito es inocente. Esta tasa es escandalosa si se compara con Estados Unidos (7%), el Reino Unido (15%), Canadá (3%) e Israel (7%). Esta violación masiva de los derechos humanos ha generado una avalancha de demandas cuya cuantía es superior a la increíble cifra de $53 billones, que es el presupuesto de la entidad durante los próximos 15 años.

¿Donde está la responsabilidad política, fiscal y social frente a este monumental fracaso? Lo digo por las decenas de miles de criminales que salen a la calle sin sanción alguna y las decenas de miles de ciudadanos inocentes que son acusados injustamente de un delito.

Hasta ahora la historia ha sido la de una sucesión de fiscales cuyo poder en el cargo ha sido directamente proporcional a su desprestigio fuera de él. La lambonería de los medios y los políticos los ensalza hasta que se creen la reencarnación de Santander y cuando salen, acaban, si acaso, de embajadores en Egipto. La terna presentada por Duque es de gente seria y ponderada. Sería refrescante que él o la próxima fiscal se entregase a su trabajo con humildad; dejando a un lado aspiraciones presidenciales, vendettas políticas y protagonismos mediáticos. ¿Será mucho pedir?

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