MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Este fin de semana en un acto simbólico 22 gobernadores decidieron colocar en su imagen distintiva de WhatsApp una foto del escudo nacional, el cual tiene en su cinta ondeante las palabras “Libertad y Orden”.
Era un mensaje claro y efectivo de los mandatarios regionales al gobierno nacional después de sufrir durante las últimas semanas una secuencia de actos violentos, derivados de la inacción de la Fuerza Pública por virtud del llamado cese al fuego “bilateral” que hace parte de la iniciativa de la “Paz Total”.
El acto fue replicado por numerosos seguidores y el meme del escudo nacional con su respectivo lema pronto se volvió viral.
Lo interesante, sin embargo, no fue tanto el apoyo decidido de millones de ciudadanos al clamor de los gobernadores sino la reacción de los seguidores del presidente, manifestada a través en las poderosas bodegas tuiteras del petrismo.
Para estos la reproducción del escudo nacional y las palabras “Libertad y Orden” generó indignación.
Se trataba para algunos de ellos de un “símbolo facho”, que hacía alusión al paramilitarismo. Otros, redibujaron el escudo (una práctica poco original, por cierto) para simbolizar los males del momento y unos, como Piedad Córdoba, lanzaron descabelladas tesis sobre la inminencia de lo que les ha dado por llamar “un golpe blando” que daría por terminado anticipadamente el mandato presidencial.
El gobierno desdeña el gesto de los gobernadores a su propio riesgo. Para empezar, el desprecio por los símbolos patrios nunca es una buena estrategia política. El escudo nacional -diseñado personalmente por Santander en 1834- precede al himno nacional y las palabras “Libertad y Orden” son los conceptos fundamentales de la arquitectura constitucional de una democracia liberal.
Aquellos petristes que se desgarran las vestiduras alegando que el escudo patrio es parafernalia fascista tal vez se sentirían más cómodos si la cinta dijera “Socialismo o Muerte”. Con seguridad que les dará ahora por presentar un proyecto de ley para modificar el escudo que tanto les choca, igual a cómo hizo Chávez en su momento, que no solo cambió el escudo, sino que le cambió el nombre al país.
En todo caso “Libertad y Orden” no es un slogan vacuo como decir “Colombia potencia mundial de la vida” o “Vivir Sabroso”. Durante doscientos años las palabras del escudo han sido los principios fundacionales de la República, que, si bien nunca se han logrado en su integridad, siempre han sido su eje rector.
Ignorar el apego de los colombianos por la libertad, (como lo hizo la señora Corcho en su estatista reforma sanitaria) o el deseo de vivir con cierto grado orden (como lo hace el embeleco voluntarista de la “Paz Total”, que tanto escozor le ha causado a los gobernadores) es una receta para el fracaso.
Ya quisiera uno que, cuando se caiga la estantería gubernamental, no salga el gobierno a buscar nuevos culpables más allá de las paredes de la Casa de Nariño. Hasta ahora todo el desbarajuste que estamos viviendo en materia de orden público, inflación, desempleo y desazón es solo la responsabilidad de quienes habitan en ella.