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Analistas 18/09/2024

Lo que está en juego

Nadie quiere tumbar a Gustavo Petro porque Gustavo Petro se va a ir de la presidencia el 7 de agosto de 2026 a las 3:00 pm. Hablar de golpe blando o duro, o de cualquier contextura o color, es un despropósito. Tanto para quienes temen que ocurra como para quienes entretienen en sus fantasías paranoicas la posibilidad.

Sin embargo la continuidad del proyecto del mal llamado “progresismo”, en cabeza un representante del Pacto Histórico, es posible. No solo políticamente, sino también constitucionalmente.

El modelo a seguir para quienes apoyan la idea es lo ocurrido recientemente en México con la salida de Amlo y la llegada de la señora Sheinbaum, una astilla del mismo palo.

La hegemonía emergente de la Cuarta Transformación del partido Morena fue posible porque Amlo puso dinero público en el bolsillo de la gente. Las transferencias monetarias durante el sexenio pasado se aumentaron en 50% y el ingreso laboral en 24% por encima de la inflación. Esto “descuartizó” el presupuesto nacional, como alegan los críticos del actual régimen, pero generó una sensación de bienestar en la población que se manifestó mayoritariamente en las urnas.

El petrismo en Colombia ha tomado atenta nota. Saben que el reto es recuperar 30% de los simpatizantes del presidente que han expresado en las encuestas su insatisfacción con el estado de las cosas. Pasar de una aprobación actual de 29% a más de 55% es su meta. ¿Cómo lo logran? Como en México, aumentando la transferencia de recursos públicos a las bases electorales del Pacto Histórico.

El aumento del presupuesto nacional a los $523 billones para 2025 es un paso en esa dirección. La reforma tributaria, además de cuadrar la cifra desfinanciada, propone violar la regla fiscal en otros $10 billones. Y, seguramente, vendrán recortes en vigencias futuras, además de la plata liberada de pensiones -unos $15 billones- para abultar el gasto discrecional del gobierno.

Sobra decir que raspar la olla para regalar dinero (y comprar elecciones) es un monumental despropósito. En la maniobra se les puede desfondar la economía. La ruptura de la regla fiscal puede que pase impune en la degradada discusión política nacional pero los mercados no se engañan. Si el congreso comete la irresponsabilidad imperdonable de aprobar este presupuesto y su acompañante reforma tributaria el impacto sobre el aparato productivo del país será enorme.

Lo que está en juego es el futuro del país. Es claro que el petrismo está dispuesto a jugarse sus restos para asegurar la continuidad en 2026. Para esto no tiene ningún resquemor en feriar los recursos públicos de esta y de las próximas generaciones. El experimento de Amlo en México seguramente saldrá mal, ya sea porque se rompe la confianza económica o porque el régimen se afianza autocráticamente, como lo hizo el PRI durante décadas. El chavismo también empezó como Robin Hood y acabará en Pol Pot. Los colombianos debemos aprender esta lección: derrochar dinero para ganar adeptos puede generar alegrías en el corto plazo pero habrán, sin duda, lágrimas en largo trecho.

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