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Analistas 26/10/2018

Los (casi) 100 días de Duque

En poco tiempo se cumplirán los primeros 100 días de la presidencia de Iván Duque y muchos quedarán decepcionados. Desde el principio, el gobierno se impuso este artificial corte de cuentas, como famosamente lo había hecho Franklin D. Roosevelt, pero Colombia no es Estados Unidos, no estamos en 1933 y aquí la legislatura, a los 100 días de iniciada, apenas calienta motores.

Por eso, para mediados de noviembre no habrá gran cosa que mostrar. Los proyectos de ley estarán a la mitad, la reforma tributaria estará en veremos, el Congreso estará en rebeldía, los maestros en paro, los cocaleros cerrando vías y el Ministro de Hacienda estará dando explicaciones. No habrá proceso de paz con el ELN, tendremos 200.000 hectáreas de coca y el problema de Venezuela, como el dinosaurio, continuará ahí.

Mejor dicho, a 100 días de posesionado el presidente todo estará igual y, por supuesto, no faltarán las voces de tragedia. Seguramente la oposición hará fiestas, el gobierno intentará improvisar explicaciones, la opinocracia debatirá el supuesto fracaso del gobierno, los empresarios se asustarán y los ciudadanos quedarán confundidos.

Pero no hay porque preocuparse, por una sencilla razón: el Gobierno lo está haciendo bien. Duque tomó la difícil decisión de gobernar sin someterse a las presiones burocráticas. Aunque resulta legítimo incorporar a los miembros de los partidos de gobierno al gobierno, el Presidente prefirió prescindir de este tipo de dinámicas. Esto tendrá costos inevitables.

El principal será el empantanamiento de la agenda legislativa. Sin embargo, el clientelismo es la mamá de todos los males del sistema político y, si bien con estas medidas no se extirpará, se puede reducir. Por otra parte, gobernar sin darle gusto a los políticos le da margen de maniobra en la conformación del gabinete y le permitirá tomar decisiones que pisen callos.

Otra decisión difícil ha sido suspender los diálogos con el ELN y darle continuidad a la implementación de los acuerdos con las Farc. Lo primero antagoniza a los pacifistas y lo segundo a los guerreristas. Pero es lo correcto. El desarme de las Farc no se puede mal manejar por caprichos ideológicos.

Los elenos, por su parte, deben entender que el diálogo debe sujetarse a unos parámetros mínimos que exige la opinión pública, como el fin del secuestro.
Sobre Venezuela, pocos se han percatado que Colombia ha tomado la decisión explícita de apoyar un cambio de régimen. Esto es necesario y quizás inevitable, pero hay que tener cuidado. El venezolano es un Estado renegado que es capaz de cualquier cosa.

En cuanto a la economía, pues va bien porque no ha estado mal, como nos lo quisieron hacer creer. El gobierno anterior se dio una inmensa pela aumentando el IVA y a este se le apareció la virgen presupuestal con el aumento del precio del petróleo. En el frente fiscal hay calma, aunque sea chicha, y todos los pronósticos de crecimiento de la economía se han corregido al alza.

Cuando lleguen los primeros 100 días del gobierno Duque y no tengamos grandes reformas aprobadas por favor no se desesperen. Repito: el Gobierno lo está haciendo bien.

Está construyendo sobre lo construido sin prisa, pero sin pausa. Además, recuerden que es preferible un gobierno bueno que no se sienta mucho a uno malo que se sienta todo el tiempo. O si no, ¿quién sabe cómo se llama el Primer Ministro de Holanda?

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