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Analistas 16/09/2022

Gasolina cara, más bienestar social

Manfred Grautoff
Consultor de seguridad nacional

El presidente, Gustavo Petro, tiene razón, subsidiar gasolina va en contra de la equidad social y le ha costado al Estado dejar de entregar mejor educación, una política criminal decente o un sistema de seguridad ciudadana que garantice la vida y bienes de los colombianos.

No obstante, ningún gobierno se ha atrevido a desmontar este subsidio porque temen la reacción de la sociedad, a la cual no se le ha logrado explicar que el precio de la gasolina no determina la cadena de producción de la economía, ni el rumbo de la inflación.

Hay que recordar que antes de 1999 el precio de la gasolina se fijaba cada primero de enero. En otras palabras, el gobierno sin proponérselo decretaba la tasa de inflación anual. Es decir, daba el incentivo para que todo el mundo subiera los precios a ese mismo nivel. Esto formó la creencia, que el alza de la gasolina desata una inflación galopante. De ser esto cierto Suiza, Dinamarca, Suecia y Finlandia que tienen la gasolina más cara del mundo tendrían problemas inflacionarios. Sin embargo, estos países tienen bajos índices de inflación.

Además, la inflación es un fenómeno fiscal que surge porque el gobierno cuando tiene más gastos que ingresos, debe recurrir a fuentes de financiación que terminan desatando la subida de precios generalizada.

Dos ejemplos son Bolivia y Venezuela. En Bolivia entre 1982 a 1985 se desató la hiperinflación que llegó a 11.749% anual. Esto sucedía, porque los precios de la gasolina eran tan bajos que no permitían al gobierno tener suficientes ingresos. Por lo tanto, se recurría a imprimir dinero para fondear sus gastos. Lo que llevó al gobierno boliviano, a contratar al economista Jeffrey Sachs como jefe de una misión para estabilizar las finanzas públicas. La política que aplicó este famoso economista, fue elevar el precio de la gasolina a fin de obtener recursos públicos y no tener que recurrir a la impresión de dinero (Decreto 21060 “el gasolinazo”). Así, Bolivia en un solo día logró controlar la hiperinflación.

El segundo caso de hiperinflación es Venezuela, donde se paga US$0,084 por galón de gasolina. Esto impide que el gobierno pueda financiar su abultado gasto público, lo que lleva a que su Banco Central imprima dinero para poder sostener la burocracia y su sistema de bienestar social. De esta forma, el gobierno venezolano ha tejido la tragedia económica de esta sociedad.

Mientras, en Colombia el precio de la gasolina es de US$2,11 uno de los más bajos a nivel mundial. Es decir que el Estado colombiano, ha estado regalando $9.000 por galón a cada conductor de vehículo, que no son precisamente las personas más desfavorecidas de la sociedad. Esa cantidad de dinero anual, habría servido para financiar vivienda de interés social, construir carreteras, mejorar el Icetex o dotar mejor a la Policía para que brinde seguridad a los atemorizados ciudadanos.

Si el presidente Gustavo Petro logra liberalizar los precios de la gasolina, obtendrá el mayor logro económico de un jefe de Estado colombiano; porque obtendría recursos de Ecopetrol para cerrar el déficit fiscal, controlar la inflación y promover un mayor bienestar social. No para financiar el tanqueo de gasolina de los dueños de los carros.

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