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A “John Mechas” comandante del Frente 33 de las Farc, se le atribuyen los atentados contra la Brigada 30 con sede en Cúcuta; los impactos con armas de largo alcance contra el helicóptero donde se movilizaba el presidente Iván Duque y las detonaciones contra dos CAI de la Policía Nacional en Bogotá, que dejaron dos niños asesinados y 39 personas heridas.
Sin embargo, ser parte de una línea logística que abastece armas, explosivos y redes de milicias es diferente a ser un líder con enfoque estratégico que con sus acciones y discurso sea capaz de desestabilizar un gobierno.
Como ejemplos tenemos al Ayatolá Jomeini, clérigo Chií, que por medio de sendos discursos que grababa en París y que en Teherán se distribuían en casetes, al momento de la oración de las 6 de la tarde. De esta forma, lideró la revolución que sacó al Sha de Irán del poder, dando surgimiento a la República Islámica de Irán. Asimismo, Osama Bin Laden estudió ingeniería en la Universidad King Abdul Aziz en Jeddah, poseía una retórica que utilizó para fundar Al-Qaeda, organización que impactó intereses estratégicos de Estados Unidos y que se esparciría por Oriente Medio y el Norte de África.
El economista Alan Krueger, quien presidió el Consejo de Asesores Económicos en la administración de Barack Obama, publicó investigaciones académicas sobre la formación del terrorismo. En estas llegó a dos conclusiones. Que los líderes de estas organizaciones proceden de la clase media alta, y que tienen una formación universitaria por encima del promedio de la población.
Esta comprensión del fenómeno terrorista debería ser parte de las ideas interiorizadas en la comunidad de inteligencia colombiana. Así, a partir de la teorización del terrorismo, unida a información de fuentes abiertas y reservadas que recopilan los organismos de seguridad del Estado; se harían recomendaciones de política pública apropiadas. Además, de no caer en errores que llevan a desperdiciar recursos de las Fuerzas Armadas.
No obstante, se persiste en elevar el estatus de criminales de poca importancia, que llevan a las FF.AA. hacia escenarios donde la opción de brindar mayor protección a la población se malgasta.
El atentado contra dos CAI de Bogotá llevó al gobierno a colocar una recompensa de $5.000 millones, por información que lleve a la ubicación de “John Mechas”. Así, se destinan los mejores hombres de investigación criminal a perseguir un blanco de bajo valor estratégico. La captura o neutralización de este, no significará una ventaja a favor del Estado, pero si habrá tenido unos costos superiores a los beneficios.
Entre tanto, la población de la localidad de Ciudad Bolívar ha quedado aislada de la Policía, por el temor de los atentados. Mientras, los mejores investigadores de inteligencia y judiciales persiguen en el Catatumbo a “John Mechas”, un criminal con escaso valor militar, que a diferencia de Osama Bin Laden, no puede dar un discurso medianamente coherente, que ponga en riesgo al Estado.
La política de capturar o neutralizar líderes criminales está agotada; porque estos son fácilmente reemplazables y conduce a un enfoque que no ofrece una ventaja militar para el Estado. Llegó el momento de cambiar la estrategia militar en aras de proteger a la población.