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En el ámbito corporativo el liderazgo ha estado, tradicionalmente, vinculado a la autoridad y el poder. Durante décadas en mi actividad profesional como coach y consultor organizacional, he observado que estos elementos han sido considerados pilares esenciales para dirigir equipos y organizaciones con éxito. Sin embargo, el panorama está cambiando. En la actualidad, el liderazgo efectivo demanda una evolución hacia un enfoque más empático y humano. ¿Cómo fortalecer las habilidades emocionales sin perder los atributos tradicionales de autoridad y poder?
Para muchos líderes, la transición hacia un estilo más empático genera inquietud. Existe el temor de que mostrar vulnerabilidad y comprensión pueda ser interpretado como una señal de debilidad, lo que podría erosionar su autoridad y capacidad de influencia. Este temor no es infundado; en entornos altamente competitivos, la percepción de poder es crucial para mantener el respeto y la confianza del equipo.
El verdadero desafío reside en encontrar un equilibrio. La empatía no debe ser vista como opuesta a la autoridad, sino como un complemento que puede enriquecer el liderazgo. Un líder que es capaz de entender y conectar con las emociones y necesidades de su equipo puede inspirar una mayor lealtad y compromiso, lo que a su vez fortalece su posición de autoridad.
A lo largo de estos casi 20 años acompañando a ejecutivos de alto nivel, he observado el cambio del paradigma del liderazgo de autoridad y poder por un liderazgo empático, donde prevalece un relacionamiento más cercano y amigable de estos líderes con sus equipos.
El coaching se ha convertido en la herramienta más poderosa para acompañar procesos de transformación hacia un liderazgo más empático, donde no se tiene que “sacrificar” su autoridad ni su poder. A través de este recurso, los líderes logran desarrollar las competencias emocionales necesarias para integrar estas habilidades en sus propios estilos de liderazgo.
Si bien el coaching es un instrumento de transformación, dar claridad sobre la inteligencia emocional y llevarla al campo de la acción ha sido la estrategia en los retos de cambio hacia el nuevo paradigma. En este sentido, señalo cuatro conceptos fundamentales que han dado resultado en las organizaciones asesoradas:
• Autoconocimiento: Es importante que los líderes exploren sus propias emociones, fortalezas y áreas de mejora.
• Desarrollo de habilidades de comunicación: Mejorar la habilidad para comunicarse de manera efectiva y empática, en todos los niveles de la compañía, impacta significativamente en lo laboral y personal.
• Fomento de la escucha activa: El coaching facilita adoptar técnicas de escucha activa esenciales para entender y responder adecuadamente a las necesidades de sus equipos.
• Adaptabilidad y resiliencia: Los líderes desarrollan la flexibilidad necesaria para adaptarse a diferentes desafíos laborales y personales, gracias al fortalecimiento y descubrimiento de nuevos recursos que apalanquen su labor.
El poder para decidir y transformar, y la autoridad para dirigir y llevar a la organización hacia los resultados de manera estratégica, no necesitan cambiar. Lo que sí debe transformarse es la forma de resignificar ambos atributos.
Tres principios clave para el cambio:
1. Establecer límites claros: Ser empático no significa permitir comportamientos inapropiados. Los límites claros son necesarios para mantener el orden y la productividad.
2. Tomar decisiones firmes: La empatía debe acompañarse de la capacidad para tomar decisiones difíciles cuando sea necesario. La firmeza en la toma de decisiones fortalece la percepción de liderazgo.
3. Ser consistente: En su comportamiento y en la aplicación de las reglas. Esto genera confianza y previsibilidad.
Los líderes que logran integrar estos aspectos no solo mantienen su poder, sino que lo fortalecen al crear equipos más comprometidos y fuertes. El desafío está en abrazar el nuevo paradigma sin renunciar a los atributos que han definido el liderazgo efectivo a lo largo del tiempo.