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A su paso por Brasil el virus del Zika dejó más de 2.000 recién nacidos con microcefalia. A la ciencia médica le tomó tiempo establecer el vínculo entre el Zika y el incremento en nacimientos con microcefalia. Sin embargo, cuando la epidemia llegó a Colombia ya había indicios de la relación entre ambos. Basados en la incidencia que había tenido en Brasil en recién nacidos y los contagios de Chikunguña, trasmitidos por el mismo mosquito que trasmite el Zika y que había llegado a Colombia recientemente, las autoridades colombianas de salud estimaron que el Zika dejaría cerca de 700 recién nacidos microcefálicos. Una verdadera tragedia para esas familias y para el sistema de salud.
La epidemia de Zika ya terminó en Colombia. Aún no han nacido todos los bebés cuyas madres podrían haber contraído Zika durante el embarazo pero por ahora los datos muestran menos de 100 casos de microcefalia en recién nacidos asociados al Zika. Hay varias hipótesis que baraja la comunidad científica para explicar el buen suceso comparado con las predicciones iniciales. La primera, una que causó burlas en su momento: la sugerencia de las autoridades de salud a las parejas que planeaban concebir en zonas con presencia del mosquito transmisor de la infección, de aplazar las decisiones de embarazo mientras pasaba el pico de la epidemia. En la misma línea, las autoridades también sugirieron a embarazadas en zonas sin presencia del mosquito transmisor, evitar visitar zonas de riesgo.
Otra hipótesis es que nuestra legislación sobre aborto, mucho más progresista que la brasileña, puede haber reducido los nacimientos de bebés con microcefalia. La legislación colombiana permite legalmente el aborto en caso de violación, de grave malformación del feto que haga inviable o indigna su vida y cuando la continuación del embarazo constituye peligro para la vida o la salud física o mental de la mujer. Es evidente que una madre gestante que tenga Zika y evidencia de microcefalia en el feto puede cumplir con dos de esas circunstancias.
Por último, las campañas para mitigar la reproducción del mosquito y aquellas que invitaban al uso frecuente de repelentes y de ropa que protegiera de la picadura pueden haber evitado contagios en madres embarazadas.
Por ahora estas son hipótesis. Los datos para verificarlas aún no están disponibles y le tomará tiempo a los investigadores tratar de desentrañar si hubo en efecto decisiones de posponer embarazos en zonas de riesgo, si las embarazadas que vivían en zonas sin riesgo evitaron visitar zonas afectadas, si hubo interrupciones voluntarias del embarazo legales asociadas al Zika, si las embarazadas usaron más activamente repelente y ropa apropiada para evitar picaduras. Quizás nunca sepamos el rol exacto de cada una de éstas. Pero el resultado no tendrá discusión: en un país donde el gusto de algunos por la “fracasomanía” hace que salud y crisis parezcan un matrimonio indisoluble, como un nombre con su apellido, en ese país, que hayamos evitado 600 casos de microcefalia es una gran muestra de progreso. El avance social es complejo y solo podemos impulsarlo si reconocemos sus pasos, no si los negamos.
Nota. Los maravillosos estertores del plebiscito: ayer en la Universidad de los Andes no hubo clases. Profesores y estudiantes llevaron a cabo una jornada de reflexión llamada #DiaPAiZ con más de 106 actividades para pensar en la convivencia, la paz, el conflicto, el medio ambiente, las víctimas, la economía, el arte. En fin, para pensar el país.