MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
En algunos escenarios lo he contado: cada noche trato de tener un ritual de lectura con mis hijas y uno de los libros al que siempre regresamos es ‘Historias de buenas noches para niñas rebeldes’. Esta práctica, más allá de un momento de unión y de afianzar nuestra relación, -que lo es- se ha convertido en una misión que trasciende lo personal: ayudar a preparar a las próximas generaciones para liderar con audacia, innovación y empatía. A lo largo de mi carrera, he identificado dos factores comunes que pueden contribuir al desarrollo de niñas emprendedoras.
En primer lugar, los referentes. Las historias de mujeres y hombres que han derribado barreras y forjado caminos donde antes no los había son uno de los mejores legados que podemos dejar a las futuras generaciones, que ya están formándose para ser dueñas del futuro.
Entre más historias visibilicemos, habrá mayor probabilidad de que una persona se sienta identificada con algún referente, encuentre modelos a seguir y abra su mente a lo que es posible.
En segundo lugar, es igualmente importante cultivar una mentalidad capaz de ver oportunidades donde otros ven obstáculos. En mi trayectoria, he aprendido que los cambios más significativos comienzan con una pequeña chispa de curiosidad y rebeldía, con la voluntad de cuestionar el status quo y soñar en grande. Este es el espíritu que busco inculcar en mis hijas, y por extensión, en la generación futura. El proceso empieza con esa semilla e indudablemente debe convertirse en acciones, en equipo, donde cada uno aporte su mejor esfuerzo.
Como líderes, madres, padres y educadores tenemos la responsabilidad de crear entornos que fomenten el intercambio de experiencias y una mentalidad de curiosidad en nuestras niñas y niños. Debemos crear entornos sociales, académicos, empresariales y familiares donde hacer preguntas sea valorado, donde resaltemos ideas diversas y donde apoyemos proyectos que puedan parecer descabellados, porque esos tres componentes son el caldo de cultivo de donde resulta la innovación, que es tan necesaria para el progreso de nuestro país.
Las noches de lectura con mis hijas, pero también los días de trabajo con todos los nubankers (como llamamos a quienes trabajamos en Nu), son un recordatorio constante de la responsabilidad que tengo, como madre y como líder empresarial, de fomentar una generación de personas preparadas para desafiar, innovar y liderar.
A través de la educación emprendedora, podemos equipar a las generaciones actuales y futuras con las herramientas necesarias para construir un futuro más inclusivo y diverso. Este día los invito a unirse en esta misión: eduquemos para la rebeldía, para que cada ser humano pueda convertirse en un agente de cambio que aporte desde su diversidad a una mejor sociedad.