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Analistas 13/06/2022

El CO2 y la seguridad alimentaria

Marcelo Altieri
Director regional cono norte de Yara
Analista LR

El futuro de la seguridad alimentaria, tanto en el país como en el mundo, depende de las soluciones que implementemos hoy para gestionar el cambio climático. En este sentido, es fundamental la reducción de la huella de carbono y, por supuesto, desde la agricultura se deben tomar medidas que contribuyan con este propósito, pues la actividad es responsable del 20% de las emisiones a nivel global.

La producción de alimentos, más allá de las parcelas que se cosechan en la actualidad, requiere que revisemos cómo sustituir prácticas tradicionales que degradan suelos y aumentan el consumo de agua y fertilizantes. Esto toma aún más impulso ahora, dada el alza de precios de los insumos que se vive mundialmente debido a diversos factores externos. Por ello, resulta crucial trabajar en transferir conocimiento para que los agricultores fortalezcan sus prácticas en el campo y para que sean más conscientes de que se pueden reducir las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), contribuir con la conservación del planeta, mantener la seguridad alimentaria de todos y lograr que la agricultura sea sostenible.

Colombia ha dado pasos importantes en relación con la reducción de las emisiones de GEI. De hecho, durante 2021, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible lanzó el programa Colombia Carbono Neutral, que busca frenar los avances del cambio climático, potenciar la sostenibilidad de las organizaciones por medio de la gestión de su huella de carbono y promover los compromisos de los diferentes sectores con la meta de carbono neutralidad a 2030 y 2050 que ha establecido el país.

Lo anterior es un tema de gran relevancia, pues los efectos del cambio climático generan afectaciones evidentes en los cultivos. Para no ir muy lejos, lo vivimos en enero con las heladas en el sur de Nariño que provocaron pérdidas de miles de hectáreas de papa. De hecho, la FAO menciona que el cambio climático, incluidos los fenómenos meteorológicos extremos y la variabilidad de las temperaturas, ya afecta los sistemas agroalimentarios y, a futuro, agravará el hambre y la pobreza en las zonas rurales si no tomamos acciones eficaces frente a esta problemática.

Nuestra alimentación depende de que en el planeta existan las condiciones óptimas para la producción y es necesario trabajar desde el agro en la reducción de las emisiones de GEI y en la utilización de herramientas que permitan hacer uso eficiente de los recursos. De hecho, la forma en que producimos los alimentos y los distribuimos debe combinar la funcionalidad y la preservación de la sostenibilidad ambiental. En esta línea, se ha comprobado que los fertilizantes minerales a base de nitratos fortalecen los cultivos y reducen la huella de carbono, por lo que son considerados un cambio positivo que, además, permite nutrir los suelos de manera adecuada para que continúen siendo productivos y capturando el CO2 del entorno a través de plantas sanas.

Así mismo, es fundamental reducir el impacto ambiental que tenemos los actores de la cadena. Por ejemplo, desde Yara, implementamos tecnologías para reducir en un 90% las emisiones de óxido nitroso, el tercer gas de efecto invernadero más importante después del CO2, en las plantas de fertilizantes de nitrato de amonio. Esto significa que sí es posible la producción de fertilizantes con una huella de carbono significativamente menor.

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