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Según el informe sobre inclusión financiera para 2016, presentado por el programa Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera a finales de julio de este año, Colombia cuenta con cerca de 26 millones de personas con al menos un producto financiero. Es decir, el país tiene un nivel de bancarización de 77,3%, 7 puntos por debajo de la meta de 84% estimada por el Gobierno para 2018.
En este sentido, para cumplir este objetivo en tiempo y forma, es necesario implementar una estrategia que permita el acceso a servicios bancarios para la base de la pirámide, articulándose con el sector privado para unir esfuerzos que beneficiarán a ambos. Estos esfuerzos deben dirigirse a quienes se encuentran ubicados en zonas rurales apartadas, lo que hace que el proceso sea más lento y difícil; jóvenes entre 18 y 25 años que adquieren su primera cuenta de ahorros o tarjeta de crédito; y personas que no conocen el amplio portafolio de servicios que ofrecen las entidades bancarias y utilizan métodos tradicionales.
La meta del Gobierno requiere que por lo menos 3 millones de personas adicionales se vinculen al sistema financiero del país. ¿Cómo es posible integrar a la población que tiene limitaciones geográficas, económicas, incluso sociales, a una dinámica financiera? La respuesta está relacionada con los beneficios que la transformación digital ha traído al sector: movilidad, independencia, seguridad, alcance e inmediatez.
Estos puntos deben ser integrados por los bancos en su estrategia de banca digital donde, además, se ofrezca diversificación de servicios financieros, acotados a perfiles de usuarios, transacciones, montos y hasta divisas.
Si bien los canales digitales han sido parte importante para el incremento de la participación de los usuarios bancarios, esto no significa una práctica inclusiva para la población restringida de infraestructura de redes o que carece de conocimiento sobre los diversos productos a los que podrían tener acceso y que, incluso, podría ayudarle a una mejora en su perfil financiero.
Es por esto que la estrategia de banca digital que implementen los bancos debe considerar el estudio profundo de los diversos tipos de perfiles de usuarios, con el fin de enfocar su oferta de productos, alcances, modos de operación y hasta cobertura. Actualmente, existen proyectos digitales que apoyan a las instituciones financieras en la implementación de este tipo de estrategias, brindando herramientas de fácil acceso, intuitivas y que promueven el uso inteligente de los recursos de los usuarios, con requerimientos mínimos de tecnología y conectividad, que facilitan la adopción e integración en sus transacciones.
Interconectar cada vez más a los usuarios con la industria financiera hará posible la evolución paulatina de la forma en que operan comercios y negocios en diferentes comunidades, en Colombia y América Latina. Para lograrlo, es necesario que los bancos lideren la oferta de servicios y posibilidades, por ejemplo, al extender y facilitar la operación de los corresponsales no bancarios.
En este contexto, una estrategia digital para los bancos debe considerar la universalidad y el bajo costo o gratuidad, ser completamente flexible y adaptable a necesidades diferentes para desarrollar proyectos de inclusión financiera.