Sostenibilidad como meta común para un negocio resiliente

Atrás quedaron los tiempos en que la sostenibilidad era considerada como un adorno romántico y casi que externo a las organizaciones para convertirse en un atributo del modelo de negocio que trae competitividad y genera valor compartido. Hoy, observamos cada vez más compañías y organizaciones del mundo que han evolucionado de manera significativa hacia modelos de negocio con enfoque sostenible, que traen consigo una propuesta de valor en la que no solo se mitiguen las externalidades de la operación sino que se genere impacto positivo para los grupos de interés de la cadena de valor.

Los desafíos sociales actuales, la inminente emergencia ambiental y las brechas económicas exigen que todas las actividades productivas, adicional al cumplimiento de sus misionales, puedan considerar dentro de sus negocios cómo combatir los grandes desafíos que se presentan a nivel global. Ya no solo basta con reparar sino por el contrario, es imperativo devolver con mayor valor y entregar mayor impacto positivo, de ahí la importancia de una mirada regenerativa de los negocios. Lograr incorporar agendas de diversidad y equidad al interior de las organizaciones, la inclusión en las cadenas de abastecimiento, modelos de gobernanza y gestión de riesgos ambientales y sociales, agendas de acción climática, así como un cuidadoso mecanismo de diálogo, comunicación y reporte a los diferentes grupos de interés, llama a la permanencia a largo plazo. Es hora de abordar la sostenibilidad como un requisito para sobrevivir en la actual y futura realidad.

Partiendo de lo anterior, ¿qué es la sostenibilidad vista desde el ámbito empresarial? es un atributo del modelo de negocio, genuino y que va más allá de cumplir con un requerimiento o una regulación. Integra todos los elementos anteriormente descritos en una estrategia de una organización y cobra valor y vida justamente en el desarrollo del negocio mismo. En línea con esto, pongo como ejemplo a Juan Valdez, una marca, que, a través de una línea integral, innovadora y vanguardista, ha demostrado que sí es posible lograr un balance entre la rentabilidad institucional, el cuidado del medio ambiente y la generación de valor compartido. ¿Cómo?, adoptando una estrategia de acción climática que responda a los retos ambientales de nuestra cadena de abastecimiento y operación, así como promoviendo una plataforma de valor compartido que promueve relaciones comerciales equitativas y competitivas con las comunidades cafeteras de Colombia y el resto de proveedores

En ese sentido, hay que abordar esto desde tres frentes: el primero, comprometiéndonos a una agenda de descarbonización a 2050, alineada con la campaña global que lidera las Naciones Unidas de ‘Race to Zero’, a la cual nos adherimos en 2022. Esto implica un plan con objetivos de corto, mediano y largo plazo que permita la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en nuestra operación (alcance 1 y 2) y con los bienes y servicios adquiridos (alcance 3). Esto implica la implementación de estrategias de economía circular con acciones de reducción, innovación, reuso y reciclaje, entre otros.

Un segundo factor, es el frente económico, el cual está estrechamente relacionado con la eficiencia operativa y la gestión de los recursos propios.