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El Pacto por el Golfo de Morrosquillo deberá constituirse en la espina dorsal de un proyecto ambicioso para fortalecer la estructura productiva de la región, con el turismo como eje transversal, como foco de la inversión y como modelo de desarrollo para otras regiones del país aquejadas por la informalidad, la pobreza, la depredación y el atraso. Que sea el inicio para la construcción de la institucionalidad requerida y la sostenibilidad necesaria.
Es una excelente noticia y va en el mismo sentido del trabajo que han venido haciendo algunas empresas establecidas en la región y que en 2017 desarrollaron un primer diagnóstico que vinculó a los estamentos sociales y sectores económicos locales con el interés de coordinar un trabajo que facilite el desarrollo organizado y concertado.
Ese esfuerzo dejó un punto de partida, pero careció de un motor de arranque y de una institucionalidad eficiente para llevarlo a feliz término. Es por eso que este pacto debe tener -más allá de un plan de acción- una entidad, una estructura dedicada a gestionar y hacerlo posible.
Las acciones deben estar acordes a las necesidades actuales y a la proyección que se quiera del destino, por eso hay que validar los indicadores económicos y sociales de la región, hacer el inventario de los negocios instalados, caracterizar roles y responsabilidades de los actores clave (gremios, asociaciones, entidades de gobierno, líderes comunitarios, entre otros).
Hay que tener claras las vocaciones turísticas en el Golfo para focalizar la estrategia y las inversiones, construir una propuesta incluyente, determinar acciones para la formalización, mejorar la calidad de los servicios, plantear las necesidades en capacitación y asistencia técnica y promover los emprendimientos.
Así mismo, integrar a la propuesta el aprovechamiento de iniciativas del Gobierno Nacional como la red de Colegios Amigos del Turismo o los programas de formación de guianza, bilingüismo, acceso a internet, tecnologías apropiadas y programas complementarios como los existentes para mujeres, para emprendedores e innovadores, entre otros.
Urgente considerar la recuperación de los ecosistemas (manglares, arrecifes), el ordenamiento de las playas, así como la oferta cultural, la conectividad terrestre, marítima y aérea y acciones para mejorar la percepción de seguridad en la zona. Y antes de gestionar inversiones en infraestructura hay que tener un POT que incluya las variables del turismo.
Importante desarrollar una marca que identifique a la región, establecer mecanismos que impulsen la asociatividad empresarial e incluir la estrategia local a los planes de desarrollo de Sucre y Córdoba, e inclusive Bolívar, además de aprovechar los fondos de fomento, de cooperación y otras fuentes de financiamiento para el turismo.
E incorporar al sector privado en asuntos concretos, como el que anunció el presidente de DirecTV Latinoamérica, Michael Bowling, con relación al convenio para que un centenar de entidades educativas del Golfo de Morrosquillo incorporen contenidos audiovisuales en sus clases, mejoren los procesos de aprendizaje e incentiven a los estudiantes a asistir al aula.
Ya tenemos el pacto y comienzan las acciones. Es fundamental lograr la alineación público-privada para que estas no queden aisladas, para que desemboquen en una estrategia de región donde todos sean participantes y veedores y se vean los resultados en los cinco años planteados.