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Colombia tiene realmente la posibilidad de albergar en el país producción de bienes y servicios de las empresas estadounidenses (nearshoring) por sus ventajas competitivas de excelente localización y menores costos y si pone en marcha una estrategia visionaria que se complemente con alianzas efectivas para la cooperación en los temas de interés comunes entre los dos países, aun más posibilidades.
Para lograrlo necesita afianzar la relación bilateral, demostrar interés en el cumplimiento de los acuerdos comerciales suscritos, abrir la economía a la inversión y garantizar su seguridad jurídica, ofrecer opciones productivas innovadoras o ampliar las posibilidades de negocios en los sectores con mayor potencial, por ejemplo.
Pero pareciera que vamos en la vía contraria. Hoy Colombia está enviando a nuestro principal socio y aliado mensajes ambiguos relacionados con el TLC, mensajes que pueden constituirse en una primera piedra en el camino para una relación fluida, expedita y provechosa.
Pase lo que pase con la relación de Estados Unidos y México, con aranceles nuevos o sin ellos, Colombia tiene posibilidades de traer empresas, ya sea porque México está llegando a un grado de saturación o impulsados por una estrategia de diversificación productiva. Igual que en el pasado, el tire y afloje podrá ser constante y los empresarios estadounidenses requerirán estabilidad en su proveeduría y en sus inversiones.
Si juega bien, Colombia tiene buenas posibilidades: el superávit comercial está a favor de EE.UU., las economías son complementarias en las oportunidades, no tenemos industrias sensibles para ellos, aunque sí capacidades, tenemos productos que necesitan allá y un espectro de asuntos con potencial para la trabajar y cooperación en las regiones.
Como vamos en estos momentos corremos un riesgo real de ir por lana y salir trasquilados. El Gobierno de Colombia está abriendo la puerta de la renegociación del tratado de comercio con EE.UU., iniciativa que, además de ser innecesaria, podría ser absolutamente contraproducente.
Es innecesaria porque el acuerdo comercial prevé mecanismos de revisión y ajuste qué es lo que correspondería hacer en este momento. Y contraproducente porque no sabríamos adonde podría llevar la renegociación.
En cambio, Colombia tiene la oportunidad de consolidarse como socio estratégico, liderar un enfoque integral que combine el control de la migración y el narcotráfico, con programas de desarrollo social y propuestas innovadoras para la inversión productiva, formación para el empleo y desarrollo tecnológico.
Puede ser un aliado estratégico para incrementar la inversión extranjera en el país, especialmente en un contexto donde la relocalización se presenta como una posibilidad real debido a las tensiones comerciales globales y la política de aranceles que podría implementar el expresidente Trump con México, Canadá y China y también con Europa.
Desde AmCham Colombia, reiteramos que una renegociación del TLC con Estados Unidos no solo es innecesaria, sino que podría poner en riesgo los logros alcanzados en nuestra relación comercial bilateral. En lugar de buscar cambios inciertos, el país debe enfocarse en fortalecer el marco existente, generar confianza y consolidarse como un socio confiable y estratégico en la región.
Una relación sólida y proactiva beneficiará a ambas naciones en objetivos compartidos como la estabilidad regional, el desarrollo sostenible y el crecimiento económico.