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El Índice de Paz Global (GPI, por sus siglas en inglés) es un indicador que mide el nivel de paz y la ausencia de violencia en el mundo. El último reporte indica que estamos en una encrucijada, tanto dentro como fuera del país. En 2024, Colombia ocupó el puesto 144 entre 163 países evaluados en aspectos como la seguridad social, los conflictos internos y externos y el grado de militarización.
Esta es una posición que hemos mantenido desde 2008, año en que se publicó la primera medición.
Nos mantenemos en la misma posición porque seguimos girando en una espiral de propósitos insuficientes y frustraciones permanentes. El acuerdo de paz con las Farc mejoró en cierta medida la situación, pero aún nos enfrentamos a problemas relacionados con grupos armados, narcotráfico, delincuencia común, bandas criminales y desplazamiento interno, factores que afectan negativamente nuestra clasificación en el GPI.
Al margen de que Colombia ha mostrado algunos avances en ciertas áreas, como la implementación de programas de reintegración para excombatientes y las iniciativas de desarrollo comunitario en zonas afectadas por el conflicto, la nueva política de “Paz Total” ha debilitado la institucionalidad, fortalecido a la delincuencia y aumentado la criminalidad.
En palabras de los organismos que promueven la paz, para lograr una mejor posición en el futuro Colombia necesita, además de mantener los esfuerzos de pacificación, mejorar la seguridad ciudadana y promover un desarrollo inclusivo y sostenible que aborde las raíces de los conflictos y la ilegalidad.
Es imperativo asimismo modernizar nuestras fuerzas militares, reforzar su preparación y su presencia. Décadas de violencia nos han enseñado que la debilidad empodera a los criminales y que la paz no solo se logra con concesiones, sino también con una firme y preparada defensa que disuada a los actores violentos.
Y a los factores internos debemos sumar los externos, menos perceptibles, pero que afectan la economía nacional y, por ende, a todos los ciudadanos. El GPI reporta que actualmente hay 56 conflictos que involucran de alguna manera a 92 países. Los conflictos en Gaza y Ucrania fueron los principales impulsores de la caída de la paz global este año.
Un total de 110 millones de personas son refugiados o desplazados internos debido a conflictos violentos y 16 países acogen actualmente a más de medio millón de refugiados. América del Norte experimentó el mayor deterioro regional, impulsado por el aumento de los delitos violentos y el miedo a la violencia. Este es un signo muy negativo para todo el continente.
El GPI revela que el impacto económico mundial de la violencia aumentó a US$19,1 billones en 2023, lo que representa 13,5% del PIB mundial y que aumentan progresivamente los riesgos en las cadenas de abastecimiento.
En las actuales circunstancias, sin duda debemos insistir en la paz, pero no a cualquier costo. Lo que estamos viendo es que el camino tomado no mejora la seguridad, sino que la ha empeorado. La búsqueda de la paz requiere un enfoque multifacético que incluya tanto esfuerzos internos como una preparación sólida ante las amenazas externas. Solo así podremos aspirar a mejorar nuestra posición en el Índice de Paz Global y garantizar un futuro más seguro y próspero para todos.