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El próximo 15 de mayo se cumplen 12 años desde la entrada en vigor del acuerdo comercial entre Colombia y Estados Unidos, un pacto que ha estabilizado jurídicamente el acceso a más de 11.500 partidas arancelarias colombianas en el mercado de consumo más grande del mundo. A pesar de que el tratado aún está lejos de ser aprovechado plenamente, su contribución a la diversificación económica es innegable, beneficiando especialmente a los sectores de manufacturas y productos agrícolas, tanto tradicionales como no tradicionales.
Si bien es cierto que la cultura exportadora en Colombia sigue siendo un desafío-con una dependencia marcada por la fluctuación de la tasa de cambio y los excedentes de producción-, no podemos pasar por alto el impresionante incremento de 492% en las exportaciones de 750 productos manufacturados, de 84% en exportaciones del sector agro tradicional y de 364% en productos agrícolas no tradicionales, como la tilapia, las frutas y las conservas.
Mirando hacia el futuro, las elecciones presidenciales en Estados Unidos abren un abanico de posibilidades. Con la posible reelección de Joe Biden, se espera que las relaciones comerciales continúen su curso actual, enfocándose el fortalecimiento de los vínculos institucionales y no más. Sin embargo, esta sobre la mesa la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas donde corresponde a los países interesados hacer las gestiones para que este avance, y a la fecha no se ha visto acción alguna.
Por otro lado, un retorno de Donald Trump podría revitalizar su enfoque proteccionista, aunque es probable que reconozca la importancia estratégica de Colombia dado el contexto geopolítico actual. Durante su anterior mandato, Trump fomentó inversiones significativas en América Latina a través de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC), un canal que Colombia habría podido aprovechar presentando proyectos sólidos y bien fundamentados.
Más allá de quién ocupe la Casa Blanca, es crucial que Colombia adopte una postura pragmática, proactiva, para aprovechar al máximo las oportunidades existentes. La política en Estados Unidos puede ser volátil, y por ello es esencial actuar con agilidad y precisión para mantener y expandir nuestro acceso al mercado norteamericano.
Es imperativo que las empresas colombianas, asociaciones e instituciones reconozcan la importancia de la exportación como motor indispensable de crecimiento. Más aun teniendo en cuenta que nos enfrentamos a un proceso de reactivación económica lenta y el consumo interno no reacciona tan rápido como quisiéramos. Diversificar los negocios es esencial.
En este contexto, el pacto por las oportunidades para el crecimiento (https://pactoporlasoportunidades.co), iniciativa que busca darle opciones al sector privado de seguir construyendo país a pesar de las dificultades y un entorno desafiante, a través del aprovechamiento más efectivo de las oportunidades, es un mecanismo para unirnos y no permitir que Colombia se apague.
Aunque el camino del TLC ha sido complejo y no exento de críticas, los resultados hablan por sí mismos y las evidencias apuntan a que lo mejor está por llegar si trabajamos coordinados en la misma dirección. La invitación está abierta: es hora de unir fuerzas y aprovechar cada oportunidad para el bien de Colombia y su gente.