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Colombia no puede perder el terreno que ha ganado en confianza. La deserción de “Iván y su nueva banda”, como tituló la revista Semana, debe ser un llamado a los colombianos que queremos un país en paz, con oportunidades para nuestros hijos, para que respondamos en conjunto y con contundencia y construyamos una nación de valores, equitativa y justa.
Esta deserción ha logrado unirnos en torno a consolidación de la paz. Debemos ir más allá de las palabras. Es momento de actuar, todos en un mismo sentido, apostándole a la consolidación de la paz, a garantizar la seguridad, resolver los compromisos con los desmovilizados y las comunidades establecidas en los territorios del posconflicto, con quienes tenemos una deuda histórica.
Desde el sector privado tenemos la enorme responsabilidad de contribuir a que la implementación del proceso de paz llegue a feliz término, con iniciativas concretas y propuestas innovadoras, para que los miles de desmovilizados no se sientan tentados a regresar al monte y las poblaciones vulnerables y castigadas por el conflicto no teman ser de nuevo prisioneros entre dos fuegos.
Debemos rodear al Gobierno y apoyar su determinación de hacerle frente a la criminalidad, perseguir a los desertores y hacerles sentir todo el peso del Estado de Derecho. La alta consejería que lidera acertadamente Emilio Archila no puede navegar sola. Debemos contribuir, con decidido compromiso, para evitar que las amenazas de “Iván y su banda” sean la chispa que genere un incendio.
Las empresas especializadas en análisis sobre seguridad subrayan la importancia de evitar la desinformación, pero advierten que, de forma preventiva, hay que tomar precauciones en zonas de riesgo; revisar, ajustar y fortalecer los protocolos de seguridad en desplazamientos y socializar con los equipos de trabajo las medidas preventivas.
Muy importante mantener las tareas de incorporación a la vida civil de los desmovilizados y ofrecer oportunidades productivas, como en agroindustria y turismo. El turismo, precisamente, se ha convertido en un vehículo muy eficiente para incorporar ex guerrilleros al sistema legal.
También existen mecanismos para que los empresarios participen en la paz con grandes beneficios tributarios, como el programa de Obras por impuestos, pero hace falta que tanto del sector oficial como del privado aportemos ideas y hagamos propuestas que ayuden a retomar la confianza y consolidar el proceso.
Precisamente en el Cauca, donde se sucedieron recientemente hechos muy lamentables, se desarrolla, mediante el mecanismo de Obras por impuestos, un proyecto de mejoramiento de un tramo vial en jurisdicción de Corinto y Toribío, con una inversión de más de $5.000 millones y liderado por la agencia de cooperación de Estados Unidos (Usaid), la Universidad Javeriana y Asocaña, con el apadrinamiento de una docena de empresas con intereses en la región.
El proyecto convocó actores históricamente en conflicto por el uso de la tierra en la zona, poniendo en la misma mesa a líderes políticos, empresarios, académicos, sectores indígenas y campesinos para dialogar de manera constructiva. Este proyecto mejora la movilización y estimula la producción agrícola y pecuaria de la zona.
Como este proyecto y otros más que se están desarrollando, debemos reforzar los esfuerzos gubernamentales, involucrarnos con decisión, no quedarnos en las palabras, porque es hora de afianzar la paz y evitar dar palos de ciego.